Es un hecho que cuanto más serio se pone uno, más ridículo suele ser el resultado. En concreto, en el post de agradecimiento al personal de Cirugía Cardiovascular de Can Ruti sólo puse un nombre propio, y lo hice mal. El cirujano se apellida Fernández, no Rodríguez. Tan bien quise poner al hombre, que además de médico le hice poeta. En lo de pensar primero y escribir después, prometo irme puliendo.