Lo de Novak Djokovic en este 2011 agota los adjetivos. Anoche, el tenista serbio consiguió algo que nadie había hecho con anterioridad: ganar cinco torneos Masters 1000 en la misma temporada. Lo hizo en Montreal, derrotando en la final al estadounidense Mardy Fish en un duelo en el que el de Belgrado, al parecer aquejado de algunos problemas físicos, estuvo lejos de la brillantez absoluta que mostró en anteriores rondas. No obstante, Nole supo aprovechar sus ocasiones, tuvo mucha más fortaleza mental que su adversario y consiguió una victoria sufrida, demostrando que también es capaz de ganar resistiendo, y no sólo arrollando. A Djokovic, tenista de enorme clase, se le suponía llamado a las más altas cimas del tenis pero, por unas cosas u otras, ha habido que esperar hasta este año para que su rendimiento estuviera a la altura de su potencial. Su temporada lo dice todo: 55 victorias y una sola derrota (contra Federer en París) desde enero, nueve títulos en nueve finales disputadas y la sensación de que, cuando está a su mejor nivel, no hay un solo tenista en el circuito capaz de derrotarle. Ahora llega otro Masters 1000, el de Cincinatti, donde en mi opinión Nole haría bien en reservar fuerzas para el que puede ser su tercer Grand Slam de la temporada y cuarto de su carrera, todo ello con 24 años. Habrá que ver si el serbio logra reinar en Nueva York. Parece, eso sí, que el trono del tenista con más clase que he visto en mi vida, Roger Federer, está en buenas manos.
Cambiando de tema, nuevo paseo de Casey Stoner en Moto GP, ayer en el circuito checo de Brno. Con Lorenzo fuera del podio y Pedrosa (el único piloto que en circunstancias normales podría haberle disputado la victoria) fuera de carrera por una absurda caída a las primeras de cambio, el australiano está cada vez más cerca de su segundo título mundial en la categoría reina.
Sí, ya sé que anoche se enfrentaron dos superequipos de fútbol, todopoderosas escuadras patrocinadas por una monarquía despótica y una casa de apuestas, respectivamente, pero no vi el partido y no hablaré de él. Cuando empiecen los torneos serios, hablaré de fútbol.