Al parecer, en pocos días culminará el proceso por el cual Túnez pasará de ser gobernado por un tirano corrupto a gozar de un futuro de paz, libertad y democracia con los islamistas en el poder. Otro tanto ocurrirá en Libia, ahora que al parecer el tirano de allá ha dejado el mundo de los vivos. Al menos, el soldado israelí Gilal Shalit ya es libre. El problema es que, a cambio, su país ha liberado (o lo hará en breve) a más de mil presos, muchos de los cuales no sólo son terroristas, sino que no están dispuestos a ser otra cosa. Me da que el mundo necesita más aguafiestas y menos gilipollas.