No conocía al poeta valenciano Salvador Iborra, asesinado hace unos días en la puerta de su casa del Barri Gòtic. Hasta hoy, tengo la inmensa suerte de no conocer a sus asesinos. Muchos vecinos de Ciutat Vella no pueden decir lo mismo, pues han de convivir con esa clase de escoria día sí, día también. Rincón siempre olvidado a nivel oficial, salvo para explotarlo turísticamente, el Casc Antic sabe bien, y desde hace algún siglo que otro, lo que son la prostitución, los robos, el tráfico de drogas y el ninguneo gubernativo en sus muy variadas formas. Servidor empezó a frecuentar la zona vieja hará unos cuatro lustros y sabe algo de eso. Sin embargo, de unos años a esta parte uno tiene la sensación de que hay una especie de contrato no escrito que dice que, si te aventuras a ciertas horas por ciertas calles, es tu problema, porque si algo malo te ocurre, vas a encontrarte completamente desprotegido. Pequeñas, y no tan pequeñas, mafias, campan a sus anchas aprovechando el mucho turismo y la desidia y cobardía de quienes nos gobiernan. Y uno se pregunta por qué, y se pregunta hasta cuándo. O existe una política orientada a que todas las personas honradas, los buenos de la película, quienes viven y dejan vivir y no cometen delitos, abandonen el distrito de Ciutat Vella, o algo se está haciendo rematadamente mal, pues eso, lo contrario de lo que se debería pretender, es lo que se está consiguiendo. Si entregamos lo más valioso de nuestra ciudad al turismo de vómito y mamada en la calle, a lateros y trileros dirigidos por mafias, a las putas tiendas de souvenirs, a antros de comida basura (o de comida bazofia a precios estratosféricos), a rateros cuya religión es el odio, si no evitamos que haya pisos vacíos ocupados por delincuentes, si nos dedicamos a subvencionar a quienes quieren aniquilarnos, es que hemos perdido completamente el norte. Y así es, desde hace muchos años, en Barcelona y en todos los municipios del área metropolitana que conozco. Lamentablemente, sucesos como el que le ha costado la vida a Salvador Iborra te indignan, pero no te sorprenden. Y uno se pregunta hasta cuándo.
Buenas,
Estoy absolutamente de acuerdo con todo lo que vd ha vomitado. Es terriblemente triste, pero es real. ¿Hasta cuando turismo a cualquier precio? La verdad es que hay cierto tipo de gente que, sin ningún tipo de duda, SOBRA (y sé que esto suena algo radical).
Salud.;,,
Radical o no, es lo que hay. Existe gente que sencillamente es incapaz de vivir en sociedad, y es el resto quien ha de protegerse de ellos (y ser protegido por quienes están para eso, y no para ser los perritos fieles de los que mandan). El vómito me entró nada más leer la noticia, pero esperé unos días a publicarlo, mientras recababa más información. El problema fue que, cuantos más detalles conocía, más aumentaban mis arcadas.