RAY DAVIES. IMAGINARY MAN. 2010. 78´. Color-B/N.
Dirección : Julien Temple; Guión: Julien Temple; Dirección de fotografía : Stephen Organ. Montaje : Caroline Richards, Alan Yentob; Diseño musical: Billy Young; Música: The Kinks. Producción: Stephen Malit y Julien Temple, para Nitrate Films (Reino Unido).
Intérpretes: Ray Davies.
Sinopsis: Documental en el que el líder de The Kinks, Ray Davies, repasa sus más de 40 años de carrera musical.
Un paseo por la trayectoria de la banda más profundamente inglesa de todas las que formaron parte de lo que en los años 60 se llamó la invasión británica, The Kinks, narrada en exclusiva por su cantante y líder, Ray Davies. Eso es lo que nos propone esta película, en la que, con el pretexto de un lanzamiento discográfico en el que grandes estrellas del rock como Bruce Springsteen o Metallica versionan temas de éxito de The Kinks, Davies pasea por Londres y repasa su vida a través de sus canciones, tan ligadas a esa ciudad y a esos paisajes. El hogar familiar, la vida con sus hermanas, la fundación del grupo junto a su hermano Dave y el estrellato alcanzado con sólo 18 años gracias al éxito del single You really got me dan paso a la ya conocida narración de los vaivenes de la fama y su efecto distorsionador de la realidad. Davies tiene el mérito de contar lo que cuenta sin dejar de lado la ironía, si bien hay muchas cosas que no se explican: el porqué de la prohibición de tocar en los Estados Unidos que afectó a The Kinks durante gran parte de la década de los 60 (aunque Davies sale bien del paso diciendo que no puede explicar un motivo que aún hoy él desconoce), o los largos años de decadencia de la banda hasta su disolución en 1996. Una decadencia que abarca más de dos décadas, desde el éxito de Lola hasta la separación, con un único período de renacimiento (en América) entre finales de los 70 y principios de los 80, provocado en gran parte por el impacto que provocaron las versiones de The Kinks que llevaron al éxito bandas como Van Halen, The Jam o The Pretenders. Pues bien, todos esos años son directamente ignorados en la película, circunstancia que la convierte en demasiado autocomplaciente. No obstante, el muy buen trabajo de Julien Temple, y sobre todo el hecho de acercarnos a un excelente compositor y a una de las bandas más importantes surgidas en la Gran Bretaña de los 60 ya justifica sobradamente el visionado del film.