KIKO AMAT, El día que me vaya no se lo diré a nadie. Anagrama, 212 páginas.
Al hablar, años después de su publicación, de ésta su primera novela, el escritor barcelonés Kiko Amat dijo que su intención al escribirla era captar la inmediatez de las canciones pop que más le marcaron. Lo consiguió: El día que me vaya no se lo diré a nadie se lee en un suspiro, es potente, ágil e inmediata. Como toda novela-debut, hay mucho afán por volcarlo todo en el papel, y una ostensible obsesión por ofrecer un fiel retrato del autor inunda la novela. En ella se narra el encuentro entre un personaje con notables similaridades con el autor y su ideal femenino, cuya voz oye por todas partes pues ella es, ni más ni menos, la encargada de grabar las voces de la megafonía del metro, y de distintos servicios telefónicos de atención al cliente de grandes empresas.
Julián, el protagonista, es un joven barcelonés de 27 años que no quiere oír hablar de sentar la cabeza, trabaja en una librería, se reúne con sus amigos para charlar y beber en un bar de Gràcia, y ama a sus discos favoritos y a su indumentaria por encima de todas las cosas. Conoce a Octavia, que anda frustrada por culpa de un empleo de mierda y un exnoviazgo de seis años con un imbécil, y se enamora de ella. Sí, este Julián rebelde, perezoso y desorientado, y ese tal Alfredo García, y tantos y tantos hoy cuarentones (o casi) de esta ciudad se parecen en algo. También esa Octavia nos resultará muy familiar a unos cuantos, y sobre todo a unas cuantas. Amat tiene el mérito de retratar fielmente a toda una generación. Sus claves, por ello, serán ajenas a todos aquellos que no pertenezcan a ese mundo (el de quienes llegamos a la mayoría de edad en la Barcelona olímpica, o en sus alrededores) a los cuales es probable que esta novela no diga gran cosa. Uno elige sus defectos, y Amat prefirió ser concreto a intentar ser universal.
Arte pop, en suma. Buen libro, aunque me temo que se parece tanto a un disco de música pop que participa de uno los principales defectos de gran parte del género: la intrascendencia, el agradar, el interesar, incluso el disfrutar… pero sin dejar huella. La influencia del gran novelista barcelonés de las últimas décadas, Francisco Casavella, es palpable, aunque la ópera prima de Amat se queda un escalón por debajo de El triunfo, debut del muy añorado autor de la sensacional El día del Watusi.
Este kIKO Amat es uno de los corresponsales de Rockdelux, pero es de los que menos me gusta, pretencioso, egocéntrico, vanidoso sin decirlo, pero bueno está bien que alguien escriba libros sobre buena música, otra cosa es que se los lea alguien en este país, tú crees que superarán los 1000? Si es así, ya es todo un éxito.
El señor Amat y yo tenemos amigos comunes, pero no tengo el gusto de conocerle. De todas formas, pocos escritores hay que no sean egocéntricos y vanidosos, y me incluyo. En este país poca gente lee, ya sean libros sobre música o sobre aeronáutica, aunque los libros de Kiko Amat los publica Anagrama (cosa que ya nos gustaría a algunos), así que algo se venderán. Cierto es que si publicas un libro en España y vendes más de mil ejemplares, ya puedes estar contento.