Desde aquí, mi homenaje a las víctimas del 11-M y a sus familias, que aún sufren el daño causado por el más salvaje atentado terrorista perpetrado jamás en España. Un atentado que, no se olvide, fue consecuencia directa de la afición de ciertos nefastos personajes a hacerse fotos en las Azores. Por eso, sublevan las repugnantes maquinaciones de los conspiranoicos de la ultraderecha, e indigna que ahora tengan voceros en la Fiscalía, que quizá haría mejor en preocuparse de que las actuaciones pendientes lleguen a buen puerto, en lugar de dedicarse a revolver temas que, además de muy dolorosos, ya fueron juzgados y sentenciados.