Con la discreción y el fino pilotaje que le caracterizan, Jenson Button dominó de cabo a rabo el Gran Premio de Australia, primera prueba del Mundial de Fórmula 1 2012, y dejó claro que habrá que tenerle muy en cuenta al hablar de posibles candidatos al título esta temporada. Muchos hablan de Hamilton, tan rápido y valiente como irregular, de Vettel, castigado por unos cambios de reglamento dirigidos principalmente contra su equipo, o de Alonso, cuyo coche parece, un año más, poco competitivo, pero Button sólo ha necesitado un fin de semana para enseñar los dientes a sus rivales y observarles a través del retrovisor. Del resto de participantes, Lotus y Mercedes estuvieron por debajo de las expectativas creadas en la pretemporada, buen papel de Sauber e interesante amago de resurrección de Williams, que se quedó en agua de borrajas por el tremendo error de Maldonado en la última vuelta, cuando trataba de arrebatarle el quinto puesto a Alonso. Por delante, parece que el monólogo de Red Bull ha acabado, al menos de momento, y que McLaren es hoy por hoy el coche a batir.
Lo de Roger Federer, quizá el mejor tenista de la historia, agota los calificativos. Camino de los 31 años, el genio suizo dejó un claro mensaje a sus competidores: a otras cosas, tal vez, pero a jugar a tenis no le gana nadie. Su juego durante el torneo ha sido espléndido, y por ello derrotó sin demasiados problemas a Nadal y al sorprendente John Isner, que venció a Djokovic en la penúltima ronda tras un duro y muy buen partido, pero poco pudo hacer ante la precisión de un Federer que, una vez más, parece empeñado en contrariar a quienes quieren retirarle porque, cuando está inspirado, el suizo es casi invencible. Todavía. Y que dure.