Después de un magnífico quinto partido de cuartos en el OAKA, en el que Panathinaikos derrotó (sudando tinta) a un gran Maccabi, ya sabemos qué cuatro equipos han logrado clasificarse para el gran momento de la temporada baloncestística en Europa: la Final Four de la Euroliga, que este año se disputará (de aquí a un mes, aproximadamente) en Estambul.
El CSKA se presenta como gran candidato al título. Sólo dos factores en su contra: que su claro favoritismo hará que toda la presión recaiga sobre ellos, y que jugará la semifinal contra un equipo dirigido por Zeljko Obradovic. No obstante, me resulta difícil creer que incluso el excepcional técnico serbio tenga el antídoto para desactivar a un equipo en el que reservas como Voronsevitch, Gordon o Kaun pueden aportar muchísimo, y que para tumbarte puede recurrir a la genialidad de Teodosic, al talento de Shved, a la calidad de Siskauskas, a la polivalencia de Khryapa, al poderío en la zona de Krstic o a la capacidad de Kirilenko de hacerlo casi todo bien dentro de una cancha de baloncesto. Panathinaikos tiene a Diamantidis, último MVP de la competición, que anoche mismo demostró ser un líder nato, a un grupo de jugadores sabiamente dirigidos y acostumbrados a jugar y ganar esta clase de encuentros, pero sinceramente creo que es un equipo inferior al ruso. En todo caso, será un partido que ningún buen aficionado al baloncesto debería perderse.
La otra semifinal enfrentará a dos clásicos de la competición, Barcelona y Olimpiakos. El equipo catalán parte como favorito en este duelo, pero últimamente no anda fino. Muchos de sus mejores jugadores, empezando por Navarro, andan lastrados por distintos problemas físicos, y la calidad de su pareja de bases me parece insuficiente para un equipo que aspire a ganar competiciones del más alto nivel. Con todo, queda un mes para el envite, y si el estado físico de Navarro, Lorbek, Eidson o Mickeal es óptimo, el Barça, quizá la mejor defensa de la competición, puede derrotar a cualquiera.
Olimpiakos es el invitado sorpresa, pues las reducciones presupuestarias que ha tenido el equipo este año como consecuencia de la crisis económica en Grecia no hacían prever que el club del Pireo pudiera estar un año más entre la élite europea. Sin embargo, Dusan Ivkovic ha sabido conjuntar a un equipo que ha ido de menos a más en la competición, y que en cuartos eliminó con suficiencia a un Montepaschi Siena que apuntaba alto y acabó decepcionando. Spanoulis es el líder del equipo, y junto a él se agrupan viejos rockeros/mercenarios del baloncesto, como Acie Law, Hines (dos de los hombres clave), Antic, Dorsey o el resucitado Printezis, que han formado un conjunto mucho más sólido que brillante. Contra el Barça parten como víctimas, pero creo que será un partido cerrado y que se resolverá por muy pocos puntos de diferencia, a cara o cruz.
Queda un mes, y uno ya anda algo impaciente por ver el desenlace de la Euroliga, máxime después del homenaje al baloncesto que ayer dieron dos grandes equipos como PAO y Maccabi, dirigidos por los que quizá sean los dos mejores técnicos del continente, Obradovic y David Blatt. Ahora sólo queda esperar, y ver si alguien es capaz de dar la sorpresa y derrotar al todopoderoso CSKA de Moscú, o es el equipo ruso quien se lleva el título.