BUFFALO´66. 1998. 106´. Color.
Dirección: Vincent Gallo; Guión: Vincent Gallo y Allison Bagnall, según un argumento de Vincent Gallo; Director de fotografía: Lance Acord; Montaje: Curtiss Clayton; Música: Vincent Gallo; Diseño de producción: Gideon Ponte; Dirección artística: James Chinlund; Producción: Chris Hanley y Deborah Brock, para Cinépix Film Properties, Lion´s Gate Films y Muse Productions (EE.UU.).
Intérpretes: Vincent Gallo (Billy Brown); Christina Ricci (Layla); Ben Gazzara (Jimmy Brown); Anjelica Huston (Jan Brown); Kevin Corrigan (Goon/Rocky); Mickey Rourke (Corredor de apuestas); Rosanna Arquette (Wendy Balsam); Jan-Michael Vincent (Sonny); Kevin Pollak, Alex Karras, Bob Wahl.
Sinopsis: Billy Brown sale de la cárcel tras cinco años de condena. Durante ese período, ha mentido a sus padres haciéndoles creer que está casado y trabaja para el Gobierno. Para hacer más convincente su mentira, decide raptar a una joven para que se haga pasar por su esposa delante de su familia.
El polifacético Vincent Gallo es conocido principalmente por su faceta de actor. Como tantos otros intérpretes, decidió pasarse a la dirección, y tras realizar algunos cortometrajes, adaptó una historia con ciertos tintes autobiográficos para crear Buffalo´66, su primer largo, en el que dirige, protagoniza, coescribe el guión y compone la banda sonora. ¿Artista total, o egocéntrico absoluto? Ambas cosas, seguramente.
Billy Brown es todo un perdedor. De niño, fue una figura local de los bolos; un par de décadas después, es un tipo sin oficio, beneficio ni futuro, que se tragó una condena de cinco años de cárcel que le correspondía a otro tipo por no poder cubrir una apuesta por el equipo de fútbol americano de su ciudad, los Buffalo Bills. Sus padres, para quienes él casi ni existe, creen que Billy está casado y trabaja para el Gobierno.. o eso piensa él. La verdad es que nadie le espera fuera de la cárcel y que las pasa canutas para encontrar un sitio donde orinar. Lo intenta en una academia de baile, y lo que allí encuentra es a una joven con pinta de no enterarse de nada. Decidido a seguir interpretando su comedia delante de su familia, Billy rapta a la chica y le pide que se haga pasar por su esposa cuando vaya a visitar a sus padres, un ex-crooner iracundo y venido a menos y una fanática del fútbol americano que sólo vive para los Buffalo Bills. Ellos le ignoran, y Billy se centra en su gran objetivo fuera del presidio: cargarse a Scott Woods, un ex jugador de fútbol que tuvo en sus pies el triunfo de los Bills en la Super Bowl y falló, provocando, de rebote, una cuantiosa pérdida de dinero para Billy, y su posterior entrada en la cárcel.
Buffalo´66 tiene muchos ingredientes para ser una película intragable: Gallo, protagonista absoluto de la función, nos obsequia con un despliegue de ego que llega a resultar cargante, la acción se pone en marcha a partir de situaciones realmente increíbles, el final es, por ser suaves, tan poco coherente como otras varias escenas de la película, y el film reúne gran parte de los clichés del tantas veces mal llamado cine independiente, así como de los puntos intragables de las películas dirigidas por su actor protagonista, empezando por el narcisismo, aquí de grandes proporciones. Y, sin embargo, Buffalo´66 se sigue con interés, y muchas veces con agrado. Al final, uno acaba sintiendo cierta simpatía (o quiza lástima) por un personaje malcarado, peleado con el mundo y envuelto en una coraza de grosería y neurosis, pero que en cuanto está solo reconoce su realidad, es consciente de su absoluta insignificancia e inevitablemente acaba derrumbándose. Víctima de sí mismo, pero sobre todo del hecho de no significar nada para nadie, Billy camina hacia el desastre, y lo único que le salva es que, al final, y quizá por cobardía, toma la que quizá haya sido la primera decisión acertada de su vida. Que una mujer, que además parece llevar el síndrome de Estocolmo incorporado de serie, se enamore de semejante espécimen es un misterio propio de Cuarto Milenio, pero ahí encuentra la película uno de los pilares que la sustentan. Otro de ellos es que muchas situaciones, en especial la surrealista visita de Layla y Billy a los padres de éste, están explicadas con mucho sentido del humor. En general, la película está narrada con gracia, y eso la salva varias veces de la quema. En el apartado técnico, a Gallo le traicionan las ínfulas de autor en más de una ocasión, pero los viajes al pasado, y también al futuro, que realiza mentalmente su personaje están filmados con esa mezcla de ternura y sarcasmo que hace que la película consiga volar por encima de sus defectos (véase la escena del chocolate), y, aunque se nota mucho el cuidado que se pone en que la puesta en escena parezca descuidada, también aquí el enfoque global, así como algunos momentos muy brillantes, redime al Gallo director.
El Gallo intérprete sobreactúa a veces, pero tiene la suerte de rodearse de buenos actores: Christina Ricci consigue levantar un personaje al que narrativamente no hay por dónde cogerlo, Ben Gazzara está magnífico en el papel de ese padre para quien Billy es poco menos que un zurullo, que recibe a la falsa esposa de éste con un entusiasmo rayano en la lascivia, pero que en cambio recupera brillos pretéritos al revivir su pasado como crooner, y Anjelica Huston necesita apenas un par de escenas para dejar claro lo gran actriz que es. Si a esto le sumamos las apariciones esporádicas de actores carismáticos pero en decadencia como Mickey Rourke, Rosanna Arquette o Jan-Michael Vincent, resulta que el film, dejando de lado el show de Vincent Gallo, no desentona en el plano interpretativo.
Así pues, interesante primer largometraje de un tipo con talento, pero lastrado por su exceso de ego y poco consciente de sus limitaciones.