Se esperaba la rueda de prensa de Mario Draghi después de la reunión del órgano que preside, el Banco Central Europeo. La semana pasada, unas palabras suyas («El BCE hará lo que haga falta para salvar el euro. Y créanme, será suficiente») tuvieron un efecto balsámico sobre los mercados. Hoy, cuando se esperaba la plasmación de esas palabras, la decepción ha sido absoluta, y Draghi se ha limitado a ser lo que en verdad es, el portavoz del Bundesbank, cuyos responsables fueron definidos hace poco por Felipe González como «los talibanes del Banco Central Alemán». El resultado, batacazo en las bolsas y la prima de riesgo española que vuelve a rozar los 600 puntos. Si la situación no da un vuelco imprevisto, el destino inmediato de España e Italia es el hundimiento, y el euro será historia de aquí a pocos meses.