El Jamboree se vistió anoche con sus mejores galas, pese a lo festivo de la fecha, para recibir a un proyecto (el Mercy Project, comandado por el pianista Jon Cowherd) que aún no tiene plasmación discográfica, pero que simplemente con la lectura de los nombres de sus integrantes ya provoca intensas palpitaciones en los aficionados. Un auténtico dream team, con la que para muchos es la mejor sección rítmica del mundo, un guitarrista estratosférico y un líder que, después de haber trabajado durante muchos años a la sombra del propio Brian Blade o de Cassandra Wilson, se confirma como un pianista talentoso y creativo al frente de su propia formación. Es evidente que el estar rodeado de músicos cuyo currículum llenaría alguna que otra página de este blog también ayuda.
Les vi anoche, y todavía me pregunto cómo pueden ser tan buenos músicos. ¿Con qué quedarse? ¿Con las composiciones introspectivas y de largo recorrido de Cowherd, o con su delicada técnica pianística? ¿Con la energía, la enorme pegada y la exquisita técnica de Brian Blade? ¿Con los exquisitos y a la vez potentes solos de Steve Cardenas, siempre inventivos y coherentes, que hacen que a tu cerebro vengan apellidos como Scofield, Metheny o Frisell, que es de hecho el que ha grabado las guitarras en el disco? ¿Con las sublimes improvisaciones de John Patitucci con el arco, o con su exhuberante digitación, siempre puesta al servicio de unos solos increíblemente construidos? La respuesta es sencilla: uno puede quedarse con todo, y esperar que (el próximo enero, según parece) salga a la calle el disco y podamos disfrutar en casa de este cuarteto que ya nace en la cima y que, con temas como Blessings o Postlude, sin duda va a copar desde ya los mejores escenarios jazzísticos mundiales.
El Brian Blade Fellowship en vivo:
Steve Cardenas, acompañando a Paul Motian en 2003:
Donostia, 2009. Patitucci formando parte del trío de otro batería legendario, Roy Haynes: