WHAT´S UP, DOC? 1972. 93´. Color.
Dirección: Peter Bogdanovich; Guión: Buck Henry, David Newman y Robert Benton, según un argumento de Peter Bogdanovich; Director de fotografía: Laszlo Kovacs; Montaje: Verna Fields; Música: Artie Butler; Diseño de producción: Polly Platt; Dirección artística: Herman A. Blumenthal; Producción: Peter Bogdanovich, para Saticoy Productions-Warner Bros. (EE.UU).
Intérpretes: Barbra Streisand (Judy Maxwell); Ryan O´Neal (Howard Bannister); Madeline Kahn (Eunice Burns); Kenneth Mars (Hugh Simon); Austin Pendleton (Frederick Larrabee); Michael Murphy (Mr. Smith); Philip Roth (Mr. Jones); Sorrell Booke (Harry); Stefan Gierasch (Fritz); Mabel Albertson (Mrs. Van Hoskins); Liam Dunn (Juez Maxwell); Randy Quaid, John Hillerman, M. Emmett Walsh.
Sinopsis: Howard es un musicólogo a punto de casarse que viaja a San Francisco con la intención de obtener una cuantiosa beca que le permita continuar sus investigaciones. El problema es que su maleta es exactamente igual a otras tres que se encuentran en su mismo hotel: una contiene valiosas joyas, otra documentos secretos, y la tercera las pertenencias de Judy Maxwell, una mujer que lleva el desastre allí donde va.
Dice Brian De Palma que más vale copiar con gracia que ser original sin talento. Realmente, la tercera película de Peter Bogdanovich no es nada original, pero tiene gracia. A ratos, mucha. Siguiendo las huellas de su idolatrado Howard Hawks, que entre otras cosas fue un maestro de la comedia de enredo, y en especial las de ese divertimento absoluto llamado La fiera de mi niña, Bogdanovich planteó un nada velado homenaje a toda una época, a una forma de entender el cine, a Hawks, sí, pero también a Lubitsch, a Capra, a Leo McCarey, a Sucedió una noche, a Bola de fuego, al cine con mayúsculas. Además, la película toma no pocos elementos de las comedias de Blake Edwards e, incluso, de los Looney Tunes. Escribí en una reseña anterior que uno es también las fuentes de las que bebe, y desde luego Bogdanovich sabe escogerlas.
El argumento se basa en una confusión de maletas, un sabio distraído y una mujer que traerá el caos a su recontraordenada existencia. El éxito o el fracaso de la empresa, es decir, que la película tenga gracia o carezca de ella, dependerá de la inspiración de los gags y de la química entre los protagonistas y, en general, la apuesta es ganadora. Para ello es necesario incendiar una habitación de hotel, montar una persecución automovílistica por las calles de San Francisco (llevándose por delante algún cristal y un dragón chino, antes de acabar nadando en la bahía), o conseguir que un apacible cóctel acabe en una pelea multitudinaria con tiroteo incluido. Bien, Hawks lo hubiera hecho. Bogdanovich hizo lo que le apeteció, se la jugó frente a quienes le acusarían de manierismo (o, directamente, de plagio), y su película casi siempre cae de pie. Obviamente, Ryan O´Neal y Barbra Streisand no son Cary Grant y Katharine Hepburn, pero la química entre ellos funciona, y su imitación de las parejas míticas de la screwball comedy resulta bastante lograda. Además, contar con la perfecta voz de la Streisand interpretando You´re the top y As time goes by otorga varios puntos extra. El trabajo de los secundarios, empezando por la mandona histérica interpretada por Madeline Kahn y siguiendo por el estirado, arrogante y vacuo personaje al que da vida Kenneth Mars, es francamente bueno, y en una película de esta naturaleza esto es fundamental. Que algunos gags estén muy vistos, o que los altibajos en el ritmo sean acusados, es algo que va en la propia naturaleza de un film en el que virtudes y defectos van muy unidos. Puro entretenimiento sin el más mínimo afán discursivo o trascendente. Para algunos, algo totalmente banal. Para otros, la única forma de entender el cine. Para mí, el punto de evasión imprescindible: no para olvidar, sino para llevarlo mejor, que dirían Ojos de Brujo. Humor blanco, amor aún más blanco, aromas que evocan épocas míticas del cine, entretenimiento puro tras el que sólo cabe una agradecida sonrisa, lo cual a nadie puede perjudicar, pues cada día están más caras… Es lo que es, lo tomas o lo dejas. Yo lo tomo.