CAPOTE. 2005. 110´. Color.
Dirección: Bennett Miller; Guión: Dan Futterman, basado en la novela de Gerald Clarke; Director de fotografía: Adam Kimmel; Montaje: Christopher Tellefsen; Música: Mychael Danna; Diseño de producción: Jess Gonchor; Dirección artística: Gordon Peterson; Producción: Caroline Baron, Michael Ohoven y William Vince, para United Artists-Sony Pictures Classics (EE.UU).
Intérpretes: Philip Seymour Hoffman (Truman Capote); Catherine Keener (Nelle Harper Lee); Clifton Collins, Jr. (Perry Smith); Mark Pellegrino (Dick Hickock); Chris Cooper (Alvin Dewey); Bob Balaban (William Shawn); Bruce Greenwood (Jack Dunphy); Marshall Bell (Klutch); Adam Kimmel (Richard Avedon); Jeremy Dangerfield, C. Ernst Harth, Amy Ryan.
Sinopsis: Una familia residente en Kansas aparece brutalmente asesinada. Al leer la noticia, el famoso escritor Truman Capote decide que su siguiente libro tratará sobre ese suceso.
Esta película, cuyo título en España fue ampliado para evitar que el público creyera que su tema era la tauromaquia (palabra), no es un biopic al uso, sino la crónica del largo proceso de gestación de A sangre fría, génesis de la novela de no ficción y obra fundamental del escritor Truman Capote. La historia comienza en 1959, con el asesinato de una familia de granjeros en un remoto pueblo del Medio Oeste. En Nueva York, uno de los escritores nortemaricanos más importantes, Truman Capote, lee la noticia del suceso y decide partir hacia Kansas, acompañado de su amiga (y también escritora) Harper Lee, para escribir un reportaje sobre el caso para la revista New Yorker. Una vez en el lugar del crimen, Capote decide que el tema da para más que un reportaje y resuelve escribir una novela sobre él. Pronto dos jóvenes son detenidos como presuntos autores del crimen, y el escritor se ganará su amistad y conseguirá escribir un libro que pasará a la historia.
Quienes hayan leído A sangre fría y conozcan algunos rasgos del personaje que fue Truman Capote no necesitan mayores explicaciones sobre el argumento de esta película, una especie de cómo se hizo la genial novela-reportaje sobre un brutal asesinato múltiple que elevó a su cronista a la cumbre de la literatura. El proceso de gestación de la novela, simultáneo al procedimiento judicial al que se enfrentaron los dos autores del crimen, se prolongó durante varios años. Capote, que, como Stendhal, tenía mucha más habilidad en narrar historias que en crearlas, encontró la historia potente que buscaba leyendo el New York Times (el paralelismo con Rojo y negro es manifiesto) y, ni corto ni perezoso, se marchó a Kansas para documentarse y conocer de primera mano las circunstancias del crimen y el lugar en el que ocurrió. Le acompañaba Harper Lee, la autora de Matar a un ruiseñor, y ambos visitaron la zona, entrevistaron a los policías que investigaban el caso y a los lugareños que conocían más de cerca a la desventurada familia Clutter. En primera instancia, la presencia de Lee fue muy valiosa para Capote, cuyas maneras de dandy amanerado no eran las más idóneas para ganarse la confianza de los habitantes de un remoto pueblo del Medio Oeste. Más tarde, la fama de Capote, ya muy conocido después del éxito de Desayuno en Tiffany´s, le abrió todas las puertas, incluso las de las celdas en que fueron encerrados los dos asesinos confesos de los Clutter. Uno de ellos, Perry Smith, ve en el famoso escritor, que incluso les consigue un abogado para que puedan apelar la sentencia a muerte que pesa sobre sus cabezas, a su único amigo, y su relación se hace más y más profunda. No obstante, la película deja claro que lo que más preocupa a Capote, personaje egocéntrico y vanidoso hasta lo enfermizo, es su libro. Ni lo que hicieron Dick y Perry, ni su próximo ahorcamiento, le importan en verdad gran cosa. Él busca su gran novela, la fama, la eternidad. Las consiguió, pero pagando un alto precio: A sangre fría fue la última novela que consiguió acabar en su vida. El retrato que se hace de Capote en el film no es nada complaciente, y se le presenta como un divo enamorado de sí mismo, enormemente manipulador y demasiado aficionado al alcohol. Muchos de los que conocieron al verdadero Truman Capote opinan que la película no exagera demasiado.
Lo más recordado de esta película, con toda justicia, es la interpretación que hace Philip Seymour Hoffman del célebre, frívolo y torturado escritor Truman Capote. Más que interpretarle, Hoffman se convierte en él, y clava su voz, su amanerada gestualidad, su agudeza, su tremenda pluma (en ambos sentidos). El Oscar al mejor actor fue el justo premio al talento de un intérprete que a las órdenes de Paul Thomas Anderson o Todd Solondz ya había hecho cosas magistrales. No obstante, la película, cuyo ritmo es excesivamente premioso, no acaba en Philip Seymour Hoffman. Las interpretaciones de Catherine Keener, Clifton Collins Jr. y el siempre eficaz Chris Cooper son también muy destacables, así como la fotografía de Adam Kimmel, a quien puede verse en el film interpretando nada menos que al célebre fotógrafo Richard Avedon. La dirección de Bennett Miller, debutante en el largometraje de ficción cuya siguiente película tardó seis años en llegar a las pantallas, es técnicamente buena pero, como ya ha quedado dicho, en algunos momentos no consigue imprimirle a la película el ritmo narrativo adecuado, y eso la lastra. No obstante, parece un cineasta al que hay que seguirle la pista. La música de Mychael Danna, la verdad, no me dice gran cosa.
En conjunto, Truman Capote me parece una película interesante sobre un libro genial. No es desde luego una obra maestra, pero sí un producto que supera con mucho la media de lo que Hollywood nos está ofreciendo en lo que llevamos de siglo, y que está hecho con un clasicismo que es muy de alabar.