Stanley Jordan es un artista único. Por lo que toca, pero sobre todo por cómo lo toca. Dice Paco de Lucía que envidia a Chick Corea porque, al piano, es como si tuviera dos guitarras. Pues bien, Stanley Jordan ha logrado la cuadratura del círculo y, utilizando la técnica del tapping, ha convertido su guitarra en un piano y, no contento con eso, es capaz de tocar los dos instrumentos al mismo tiempo. Hace dos años Jordan ofreció un concierto antológico en el Jamboree, y anoche regresó al sótano de la Plaça Reial, que se puso sus mejores galas para recibirle.
A Stanley Jordan hay que verlo. Oyendo sus discos, uno puede admirar su exquisita técnica, pero para poder apreciar realmente el arte de este talento único, hay que ver cómo consigue, con sólo dos manos y un cerebro capaz de parir ideas a ritmo vertiginoso, tal cantidad de sonidos excelsos. Pelo largo recogido en una coleta, sudadera, tejanos, aire entre humilde y distraído… cuando no hace música, podría parecer que Stanley Jordan es una persona normal, y no el extraterrestre que realmente es. Lo que él hace, nadie más sabe hacerlo. Sobre el escenario, no necesita a nadie, le bastan una guitarra y un piano para dejar asombrada a su audiencia. Se apoya en un repertorio no muy extenso, con muchas incursiones en lo baladístico, y es capaz de conseguir cosas que recuerdan las que Art Tatum lograba al piano. Anoche estuvo acompañado durante algunos temas por el vocalista Randy Greer y la bailarina Roxanne Butterfly, que trajeron aires del Harlem más festivo, pero es cuando Jordan aborda melodías complejísimas simultaneando guitarra y piano, ataca clásicos como Autumn leaves o My one and only love, o versiona el famoso tema de los Beatles Eleanor Rigby, cuando uno se da cuenta de que está delante de un ser que no es de este mundo. Stanley Jordan ha trabajado mucho en el campo de la musicoterapia y, realmente, verle actuar en directo te reconcilia con el mundo real. Su medicina funciona, y es una suerte que, tras varios años de silencio, Jordan haya vuelto a los discos y las giras. La inmensa mayoría de sus feligreses nunca hemos estado tan cerca de un hombre de talento genial como lo estuvimos anoche en el Jamboree.
En trío, interpretando una composición propia:
En las manos de Stanley Jordan, un tema de Katy Perry puede dar lugar a esto: