JOY DIVISION. 2008. 96´. Color.
Dirección:Grant Gee; Guión: Jon Savage; Director de fotografía: Grant Gee; Montaje: Jerry Chater; Música: Warsaw, Joy Division; Dirección musical: Jerry Chater; Producción: Tom Astor, Jaqui Edenbrow y Tom Atencio, para Hudson Productions, Ltd. (Reino Unido).
Intérpretes: Ian Curtis, Bernard Summer, Stephen Morris, Peter Hook, Richard Boon, Anton Corbijn, Annik Honoré, Rob Gretton, Martin Hannett, Terry Mason, Peter Saville, Tony Wilson.
Sinopsis: Documental sobre la breve pero muy influyente trayectoria del grupo británico Joy Division.
En muchos aspectos, este relato cronológico de la carrera musical de Joy Division es uno de los mejores documentales musicales que he visto, y casi diría que es la quintaesencia de todo lo que un film de esta naturaleza debe contener: un acercamiento al contexto geográfico en el que se forma el grupo (en este caso, la gris y sucia ciudad de Manchester), el testimonio directo de los miembros supervivientes y de gran parte de las personas que fueron relevantes en la vida musical y personal de aquéllos, material inédito, tanto de audio como vídeos de actuaciones en directo, análisis del proceso de creación de las canciones y los discos de la banda… en definitiva, toda la información que necesitaría alguien que no sabe quiénes fueron Joy Division para conocer la trayectoria y la influencia de este grupo, así como información relevante para los fans de toda la vida del grupo de Manchester. Además, el acabado técnico es perfecto, con ese nivel de calidad que las obras audiovisuales británicas acostumbran a poseer.
¿Y quienes fueron Joy Division? En primer lugar, la banda de Ian Curtis, su carismático, brillante, depresivo y epiléptico líder, que se suicidó en mayo de 1980, cuando el grupo había publicado dos álbumes y un EP y estaba a punto de iniciar su primera gira americana. En principio, Joy Division (cuyo primer nombre fue Warsaw) eran una banda punk como tantas otras, surgida por influencia directa de los Sex Pistols, pero la oscuridad de su sonido, y sobre todo de sus textos, hicieron que esta banda adquiriera muy pronto una relevancia que sigue teniendo hoy en día. Si el punk era rabia proyectada hacia el exterior, Joy Division llevaron, en lo musical y en lo literario, esa rabia hacia el interior. Donde antes había anhelo de destrucción, ahora había angustia; donde antes se hablaba de un mundo podrido, ellos se centraban en el vacío y la oscuridad del alma. Personalmente, me llama la atención la capacidad de unos tipos que apenas sabían tocar para elaborar buenas canciones, alguna de las cuales llegó a las listas de éxitos pese al perfil marcadamente anticomercial del primer grupo que puso en el mapa a la ciudad de Manchester, verdadera coprotagonista del film. La trayectoria musical de Joy Division fue breve, y por eso mismo se escribe con la tinta de los precursores y los mitos. Ian Curtis, un joven con inquietudes literarias, admirador de Jim Morrison y conocedor de la obra de Nietzsche, Kafka, Dostoievski o William Burroughs, es otro de esos personajes que dejaron huella en la música pese a lo breve de su existencia. Sobre él gira esta película, de obligatorio visionado para todo fiel seguidor de los documentales musicales bien hechos y, desde luego, para todo aquel que quiera saber quiénes fueron Joy Division, y por qué su música era como era. Y no hay que olvidar, para los que crean que 1980 queda muy lejos, que tras el suicidio de Curtis los tres miembros supervivientes de Joy Division fundaron New Order, una de las bandas británicas más influyentes de las tres últimas décadas.