Todo aquel que haya leído este blog, aunque sea de manera esporádica, sabe que aquí se adora la música, y en especial a los maestros de la guitarra. Por eso la noche del jueves fui al Teatro Arteria, que me pareció un lugar muy adecuado para celebrar conciertos de pequeño formato, a ver a uno de los mayores virtuosos de las seis cuerdas, el australiano Tommy Emmanuel.
Para mí, la cosa empezó con sorpresa, pues (nada se decía en la web del festival cuando adquirí mi entrada) la actuación del virtuoso australiano estuvo precedida por la de un guitarrista flamenco a quien un servidor sólo conocía de oídas, Antonio Rey. Quédense con el nombre, pues estamos ante un talento de la música. Flamenco hasta la médula y sonidos de Jerez en el ADN. Empaque de tocaor grande. Ecos de los sumos sacerdotes, en especial de Vicente Amigo. Tres temas en solitario, que fueron acompañados de un respetuoso silencio y celebrados con merecidas ovaciones. Unas bulerías (con el acompañamiento de un cajón) para poner el broche de oro a una actuación tan breve como brillante.
Videoclip de un tema del segundo álbum de Antonio Rey:
Después del excelente prólogo flamenco, Tommy Emmanuel, maestro del fingerpicking, salió con ganas de meterse al público en el bolsillo, y lo consiguió nada más empezar a rasguear las cuerdas de su guitarra. Tremendo virtuosismo, notable sentido del espectáculo, simpatía a raudales y mucha entrega fue lo que ofreció este oriundo de Nueva Gales del Sur en este concierto redondo que regaló en Barcelona. Country, boogie woogie, muchas referencias a los Beatles, canciones tan memorables como Angelina u Over the rainbow, temas inspirados en la música de los indios americanos… el concierto entero, que se alargó hasta las dos horas, fue para enmarcar, pero elegiré tres momentos: el medley dedicado a los Fab Four, que concluyó con While my guitar gently weeps, para mí uno de los temas más bellos de toda la historia del pop; la demostración de que Emmanuel, además de un guitarrista fuera de serie, es también un excelente percusionista que es capaz de sacar sonidos increibles utilizando unas escobillas y la madera de su guitarra, y sobre todo el tema que interpretaron juntos Emmanuel y Rey al final del concierto. «Antonio no habla inglés y yo no hablo español, así que nos entendemos muy bien», dijo el australiano, «porque hablamos música». Rey fue más prosaico: «A ver qué toco yo ahora con este fenómeno». Tocaron, tan bien que el respetable se levantó a aplaudirles, conscientes todos de que acabábamos de vivir uno de esos momentos que los elegidos por la música regalan a sus fieles de vez en cuando. Tommy Emmanuel, que salió del Teatro Arteria por la puerta grande, todavía interpretó un par de canciones más como broche final a su maravillosa faena, antes de despedirse de una ciudad en la que, sin duda, anoche ganó unos cuantos fans. Y más que tendría que ganar, porque este hombre es un virtuoso accesible, capaz de gustar a aficionados al jazz, al pop, al country o al flamenco, de contagiosa energía y gran sentido del ritmo, cálido en los tiempos lentos y exhuberante en los rápidos, con muchas tablas sobre el escenario y un vitalismo que se transmite a su audiencia. Un crack, y un privilegio haberle visto y oído.
Guitar Boogie. Sólo vean y escuchen:
Over the rainbow:
Medley de los Beatles interpretado en Oslo este mismo año: