ATTACK. 1956. 105´. B/N.
Dirección: Robert Aldrich; Guión: James Poe, basado en la obra de teatro de Norman Brooks; Dirección de fotografía: Joseph Biroc; Montaje: Michael Luciano; Música: Frank DeVol; Decorados: Glen L. Daniels; Dirección artística: William Glasgow; Producción: Robert Aldrich, para The Associates & Aldrich Company-United Artists (EE.UU.).
Intérpretes: Jack Palance (Teniente Costa); Eddie Albert (Capitán Cooney); Lee Marvin (Coronel Bartlett); Robert Strauss (Bernstein); Richard Jaeckel (Snowden); William Smithers (Teniente Woodruff); Buddy Ebsen (Tolliver); Jon Shepodd (Jackson); Peter Van Eyck (Capitán de las SS); Jimmy Goodwin (Ricks); Steven Geray, Judson Nelson, Strother Martin.
Sinopsis:En los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial, un pelotón del ejército norteamericano combate en Europa dirigido por el capitán Cooney, un enchufado cuya cobardía cuesta la vida de varios de sus hombres y le hace perder el respeto de los soldados.
La primera de las varias y afortunadas incursiones de Robert Aldrich en el género bélico fue este drama castrense de origen teatral en el que el tema principal, el escaso apego a la autoridad, es una de las constantes en la filmografía del director, y una de las características que hacen que muchas de sus películas, incluída ésta, no hayan envejecido en absoluto.
En ocasiones, el peor enemigo de los soldados que combaten en una guerra lleva su mismo uniforme, aunque decorado con más galones. En el ejército, así como en la vida real, pocas cosas hay más peligrosas que la cobardía y la ineptitud de los que mandan. Una de ellas es el silencio de quienes, desde arriba, amparan y protegen a esta clase de seres, un extendidísimo cáncer para la sociedad. Aldrich, cineasta individualista y contestatario, se sintió lógicamente cautivado por la obra teatral de Norman Brooks y decidió producir y dirigir su adaptación cinematográfica. El resultado fue un drama bélico duro y sin concesiones, en el que únicamente las limitaciones presupuestarias (eso tan habitual en el cine bélico de que los Panzers que vemos en la pantalla no sean tales) deslucen un tanto un conjunto vibrante, en el que la acción y la palabra se dan la mano para dar forma a una película redonda, que en muchos aspectos se asemeja y complementa con una obra maestra rodada ese mismo año, Senderos de gloria. Transcurrida más de una década desde el fin de la más destructiva guerra de la historia, el cine bélico norteamericano empezaba a ofrecer productos muy alejados de la simple propaganda patriótica, o incluso de marcado carácter antibelicista. Un cine más centrado en los horrores de la guerra y en las penurias de los soldados que en el heroísmo del triunfo y de la lucha por la libertad, que en muchos aspectos se anticipó el que un par de décadas después reflejó la guerra de Vietnam.
En esta película, Robert Aldrich demuestra una vez más que es un gran director de cine, pues sabe sacarle todo el jugo a la historia, superando su origen teatral con espectaculares escenas de acción y un evidente dominio de la técnica cinematográfica. Como en El beso mortal, el uso del blanco y negro (en esta ocasión apoyado en el trabajo en la cámara de Joseph Biroc) es modélico en lo que se propone, que es ofrecer al espectador un cine visceral, expresivo, en el que la virilidad pasa por encima de la sutileza y el discurso se nos ofrece no sólo en las frases del diálogo, sino también en los rostros de los protagonistas. Como gran película que es, ¡Ataque! nunca deja de ser entretenimiento, pero tampoco de ser algo más: una de las películas en las que mejor se muestra cómo una pequeña parte del mundo es capaz de joder a la gran mayoría, o la enorme diferencia que existe entre estar en manos de gente preparada y cualificada o estarlo en las de ineptos y cobardes. Sí, el mensaje es totalmente actual.
En está película, masculina hasta la médula (ni un solo personaje femenino aparece en todo el metraje; se agradece a Aldrich que nos ahorre las escenas románticas y las actrices florero tan típicas de Hollywood en una historia que no las necesita para nada) y, no se olvide, basada en una obra de teatro, la labor de los actores es fundamental. Entre otras cosas, Robert Aldrich fue un muy buen director de actores: supo escogerlos y supo exprimirlos para sacarles lo mejor. Pocas veces se ha visto tan intenso, tan expresivo y tan conmovedor a Jack Palance como en esta película, en la que demuestra que podía ser un gran actor. Eddie Albert está excelente en el papel más ingrato de la función, y qué decir del gran Lee Marvin, aquí en uno de sus primeros papeles protagonistas y en la primera de sus colaboraciones con uno de los cineastas que supo darle mejores personajes. En general, la labor de todo el reparto es encomiable, pero la del trío protagonista, formado por dos de los mejores tipos duros de la historia del cine y por un actor de extensísima carrera que quizás nunca logró el reconocimiento que merecía, es la que acaba de llevar a este film a la altura de los grandes clásicos del cine bélico. Sé que no está reconocido como tal, y lo único que puedo hacer al respecto es reivindicarlo. ¡Ataque! es una magnífica película, por lo que dice y por su calidad técnica, un film que merece, en primer lugar, ser visto y disfrutado por todo aquel que sepa degustar el buen cine.