Primer concierto al que asisto en este extraño 2013, y enorme acierto en la elección. Un Barts (antes Arteria Paral·lel, mañana quién sabe) que no se llenó ni de lejos (además del económico, parece que el nivel cultural de la ciudad también degenera) recibió a uno de esos músicos imprescindibles en el panorama actual, Dorantes, un hombre que con sólo tres álbumes en el mercado se halla a la cabeza del flamenco contemporáneo y es un músico conocido y reconocido en su tierra y en todo el mundo.
Dorantes lleva el flamenco en la sangre, pues pertenece a una familia que ha dado al género a varios destacados artistas y desde muy niño aprendió el lenguaje del jondo. Su formación clásica le ha llevado a superar los límites del flamenco tradicional y, a través de un instrumento de escasa tradición en el género como el piano, a ser un excelente intérprete y compositor que, desde un profundo conocimiento de la herencia de los maestros, ha atravesado fronteras musicales y es capaz de parir una música muy influida por el jazz y la clásica a partir de una base genuinamente flamenca. En su último disco, Sin muros, colaboran grandes nombres del cante como Arcángel, Carmen Linares o Miguel Poveda. Anoche se presentó en Barcelona en formato de trío, acompañado de contrabajo y batería. Formato típicamente jazzístico que ya anunciaba por dónde irían los tiros.
Y, en efecto, el inicio tuvo mucho que ver con el jazz, aunque ya en el segundo tema Dorantes se atrevió con una soleá en solitario que sirvió para demostrar a los puristas que en su toque, percusivo y ágil, el poso flamenco está asegurado. Profundo en ese palo, expansivo en las alegrías, David Peña nos ofreció un recital de una riqueza rara, una actuación coronada con tres bises a la que el público respondió poniéndose en pie ante uno de los mejores artistas del flamenco contemporáneo, capaz de brillar y de atraer la atención del entendido público de los festivales de jazz norteamericanos, y de cautivar a su audiencia barcelonesa con el embrujo de unas composiciones que revelan una inteligencia musical poco común. No me cabe duda de que todos los que anoche le vimos en el Paral·lel repetiremos en su próxima visita, pues Dorantes, el sobrino del Lebrijano, derrocha el arte que heredó. Un fenómeno.
Uno de los temas que coronaron el concierto de anoche en los bises. Vean y escuchen:
En Canal Sur, interpretado el tema-título de su álbum de debut: