Hoy, que una vez más es día de protestas en España, me ha llamado la atención la idea de unos indignados portugueses, que se han hecho con el número de contribuyente del primer ministro, Pedro Passos Coelho, y han decidido enviarle sus facturas para que las pague él. Si cunde el ejemplo en otros países (no me hagan decir en cuáles, es algo demasiado obvio), no dudo que la crisis se acabaría en menos tiempo del que tardan los que siguen ajenos a la catástrofe en aprobar o aplaudir un nuevo recorte.