PHILIP DWYER. Napoleón: El camino hacia el poder (1769-1799). La Esfera de los Libros. 693 páginas.
Siempre he sido un admirador de Napoleón Bonaparte, uno de los personajes sobre el que más libros se han escrito en los dos últimos siglos. Sin embargo, casi todo lo publicado sobre el corso se circunscribe a su trayectoria militar y, en el campo estrictamente político, a sus años como cónsul, primero, y más tarde como emperador de los franceses. El libro que ahora reseño se centra en los primeros treinta años de la vida de Bonaparte, los de la creación del mito. Este punto, el de cómo un oriundo de Córcega se convirtió en tiempo récord en el hombre más poderoso del planeta, es sobre el que gira la obra entera, y he de decir que Dwyer ha escrito un libro imprescindible para saber quién fue Bonaparte antes de convertirse en Napoleón.
Hacer una buena biografía requiere un importante esfuerzo de documentación, objetividad en el juicio y amenidad en la narración de los hechos más relevantes del biografiado. En el primer y tercer aspectos, el trabajo de Dwyer es a mi parecer irreprochable, pues aporta luz a la etapa vital más desconocida de Bonaparte (su vida en Córcega y su trayectoria en la Francia revolucionaria), y lo hace con un estilo ameno, estructurando su obra en cinco partes, subdivididas en capítulos cortos en los que con frecuencia se intercalan cartas escritas por el propio Napoleón, por sus familiares o allegados, y artículos periodísticos de la época, haciendo hincapié en la trayectoria de personajes como Barras, Talleyrand o Fouché, sin los cuales es imposible entender lo que era, a finales del siglo XVIII, esa Francia que acabó recibiendo a Bonaparte como a un salvador. Es en el segundo punto donde aparecen mis únicos reparos, pues al lector le resulta demasiado evidente que Dwyer no es un admirador de Napoleón. No me parece mal que así sea, pero sí que el lector lo note, y en algunos pasajes, en especial aquellos en los que se narra el golpe del 18 de Brumario, los intentos por derribar el mito Bonaparte resultan demasiado evidentes, aún aceptando que la participación de Napoleón en el golpe de Estado que le llevó al poder significó uno de los momentos menos distinguidos de su carrera política. No obstante lo dicho, Dwyer se esfuerza en ser riguroso, y tampoco obvia los méritos de un personaje que, no lo olvidemos, es muy poco querido por los británicos. Es de agradecer el empeño del autor en corregir hechos biográficos de Bonaparte dados por ciertos y que en verdad no lo son, porque es sabido que la construcción de los mitos (y Napoleón fue un maestro en la del suyo propio, así como un gran manipulador) obliga muchas veces a maquillar o esconder la verdad. En el debe, sin embargo, hay que decir que sobre el genio militar de Napoleón, que no discute nadie, se nos ofrece más bien poca información, teniendo en cuenta que el biografiado es un militar y que el libro tiene casi setecientas páginas. Puede decirse que, después de Toulon, este libro no aporta excesivas novedades a los conocedores de la vida de Bonaparte, y ninguna a los estudiosos de las tácticas y estrategias militares de uno de los generales más brillantes de la Historia.
El mayor acierto del libro, a mi entender, y el punto donde sin duda aporta más motivos para su lectura, es la descripción de la Córcega que vio nacer a Napoleón, de la infancia y adolescencia del futuro emperador, quien, antes de ser el hombre que llevó a Francia a dominar Europa, fue en sus años de juventud un fervoroso simpatizante del nacionalismo corso. No tardó demasiado Bonaparte en comprender que Córcega era demasiado pequeña para él, pero la narración de estos años hecha por Dwyer constituye el hecho diferencial más positivo de su trabajo, y aporta numerosas claves sobre lo que ocurriría en los años siguientes y, desde luego, sobre cómo la vida fue modelando el carácter de Napoleón. Para finalizar, he de decir que este libro y el ya reseñado hace unos meses en este blog y escrito por David Andress sobre los años del Terror, se complementan perfectamente y, juntos, ayudan a formarse un documentado retrato de una época decisiva en la historia de Occidente.