IN THE NAME OF THE FATHER. 1993. 135´. Color.
Dirección: Jim Sheridan; Guión: Terry George y Jim Sheridan, basado en la autobiografía de Gerry Conlon Proved innocent; Dirección de fotografía: Peter Biziou; Montaje: Gerry Hambling; Música: Trevor Jones; Dirección artística: Rick Butler; Diseño de producción: Caroline Amies; Producción: Jim Sheridan, para Hell´s Kitchen Films-Universal Pictures (República de Irlanda-EE.UU.).
Intérpretes: Daniel Day-Lewis (Gerry Conlon); Pete Postlethwaite (Giuseppe Conlon); Emma Thompson (Gareth Peirce); John Lynch (Paul Hill); Don Baker (Joe McAndrew); Corin Redgrave (Inspector Dixon); Gerard McSorley (Detective Pavis); Beatie Edney (Carole Richardson); Britta Smith, Mark Sheppard, Saffron Burrows, Marie Jones, Tom Wilkinson.
Sinopsis: Gerry Conlon es un ladrón de poca monta que se marcha de Belfast, su ciudad natal, para evitar represalias por parte del IRA. Con Gerry ya en Londres, este grupo armado coloca una bomba en un pub del barrio de Guildford, asesinando a cinco personas e hiriendo a varias docenas. La policía detiene a Gerry y a varios de sus amigos como sospechosos del atentado.
He aquí la crónica de uno de los errores judiciales más vergonzantes de la historia de Inglaterra, el caso conocido como el de Los cuatro de Guildford, la historia de unos inocentes que pasaron muchos años en la cárcel acusados de pertenecer al IRA y de cometer un sanguinario atentado en un pub de dicha barriada. Se trata de una película de denuncia sobre un episodio que en su momento fue noticia en todo el mundo, rodada en uno de los momentos más decisivos en el conflicto angloirlandés y que huye de cualquier pretensión de objetividad, pues la historia nos la cuenta uno de los cuatro protagonistas reales de los hechos. Lo que ocurrió es por muchos conocido: un sangriento atentado que provoca multitud de víctimas civiles e inocentes, un Estado deseoso de mostrar eficacia y celeridad en la detención de los responsables, un puñado de pobres diablos que estaban en el lugar y en el momento equivocados, una pantomima de juicio y una larga estancia en la cárcel para unas personas que eran totalmente inocentes y lucharon durante años para que su caso fuera reabierto y sus sentencias, revocadas.
En el nombre del padre nació con el propósito de ser una película tan impactante como la historia que cuenta, no escatima elementos para conseguirlo, y a fe que lo hace. Su visionado no deja indiferente a nadie y, si bien cae en el error de decirle al espectador lo que tiene que pensar, aprovecha que ante los hechos que se narran lo difícil es que el público pueda opinar algo distinto que los artífices de la película. Al margen del relato del error judicial y de la larga lucha para repararlo, el film contiene elementos muy interesantes: la complicidad de buena parte de la población católico-norirlandesa con el IRA; cómo la mezquindad y el instinto de posesión acabaron con el sueño de las comunas, la paz y el amor libre; la debilidad de los Estados ante el clamor popular, y la fragilidad de los principios democráticos cuando en una sociedad se instalan la irracionalidad y el deseo de venganza; la guerra sucia contra el terrorismo o la vida carcelaria de los condenados por esta clase de delitos (sobre esta cuestión, conozco testimonios de ex-presidiarios que aseguran que la situación carcelaria, así como la actitud, del líder del IRA Joe McAndrew se parece mucho a la de los presos de ETA que cumplen condena en distintas cárceles españolas). Gracias a esta suma de puntos de interés, y al enorme peso político de la historia, la película es de las que dejan huella, la narración se desarrolla con agilidad y resulta siempre verosímil, por mucho que uno se crea bastante más al policía que oculta pruebas y no reniega de ello que a la abogada infatigable e idealista cuyo único interés reside en que prevalezca la justicia y la verdad salga a la luz. Vivimos tiempos cínicos, supongo. Más allá de eso, el trabajo de Jim Sheridan es notable, en una película muy en la línea de mezclar documentación y efectismo tan habitual en los filmes políticos de Oliver Stone y Alan Parker, algunos de cuyos colaboradores habituales se responsabilizan del resultado técnico de este largometraje. En este aspecto, destacar la fotografía de Peter Biziou y la labor de edición. La partitura de Trevor Jones no pasa de lo testimonial, y sin duda lo más destacable musicalmente del film, además de las canciones con las que se recrean los primeros años 70, es el tema interpretado por Sinead O´Connor que acompaña los créditos finales.
Respecto a los actores, un poco de todo: Daniel Day-Lewis y Emma Thompson son dos espléndidos intérpretes, pero en esta película me parecen muchas veces sobreactuados. Sobre el personaje encarnado por Day-Lewis recae gran parte del peso de la película, y en ocasiones encuentro que este gran actor está pasado de vueltas. En cambio, la interpretación de Pete Postlethwaite, que ha de enfrentarse a un carácter sólo aparentemente tan sencillo de recrear como el de un hombre profundamente bueno, me parece antológica, y se lleva la palma en el duelo actoral. Corin Redgrave y Don Baker interpretan a los dos tipos duros de la película, dos personajes muy parecidos pese a encontrarse en bandos enfrentados, y ambos lo hacen de forma convincente.
Buena parte del cine de denuncia posee un valor meramente testimonial. En el nombre del padre, que posee ese valor en grandes dosis, es además una notable película.