Con motivo de las Fiestas de Primavera de L´Hospitalet de Llobregat, me dirigí hacia la segunda ciudad de Catalunya para asistir al concierto que ofrecían, por separado, Raimundo Amador y Kiko Veneno. El evento se celebró en el recinto de La Farga, que registró una media entrada y podrá ser adecuado para ferias, congresos y comuniones, pero no para celebrar conciertos. El lugar es un tanto incómodo, y la acústica bastante mala, lo que hizo que el sonido en ambos conciertos no fuera el mejor.
Con puntualidad británica, Raimundo Amador y su banda aparecieron sobre el escenario y, sobreponiéndose a las malas condiciones acústicas, ofrecieron un concierto intenso, virtuoso y marcadamente guitarrero en el que no faltaron algunos de los mejores temas en solitario de este músico prodigioso, como Candela o uno de mis favoritos, Hoy no estoy pa nadie, que sonaron durante la primera parte de la actuación. Guitarrista superlativo, flamenco y gitano hasta la médula y gran conocedor de la obra de Jimi Hendrix (de quien interpretó una potente versión de Little wing), Carlos Santana o Stevie Ray Vaughan, Raimundo Amador se explayó a gusto con su instrumento, una Fender Stratocaster roja y blanca que sólo cambió por otro modelo en los bises, y demostró que en España los músicos de su talento pueden contarse con los dedos de una mano. Largos y brillantes solos, herederos de la fusión de los 70 (Amador interpretó, por ejemplo, una excelente versión de Red Baron, de Billy Cobham), y varios clásicos de la época de Pata Negra, como Lunático, Camarón o un Blues de la frontera memorable que duró unos diez minutos y sirvió para el lucimiento del líder y de ese gran bajista que es Pepe Bao, capaz de hacer cosas que uno ha visto en grandes como Stuart Hamm o John Myung. Tampoco faltó ese himno al cunnilingus llamado Ay qué gustito pa mis orejas, ni ese temazo que es Medio hombre y medio guitarra, que Amador interpretó en solitario y, ya en los bises, sonaron otros éxitos como Patapalo o Bolleré, también en versión muy extensa. Gran concierto, en el que un músico rebosante de talento (y merecedor de un reconocimiento muy superior al que tiene) y su banda se impusieron a unas condiciones más bien adversas, y engancharon a un público que aplaudió con ganas a unos músicos que bien lo merecieron.
A eso de las once y media apareció Kiko Veneno al frente de su banda, la misma con la que se presentó hace unos meses en la Sala Apolo para celebrar el vigésimo aniversario de Échate un cantecito (los interesados pueden leer la crónica de ese concierto en este mismo blog), con la para mí muy lamentable ausencia de Charly Cepeda a la guitarra eléctrica. El sonido no mejoró demasiado con respecto al concierto anterior, y Kiko ofreció una faena simplemente correcta, apoyada en un cancionero realmente importante, pero falta de intensidad. El inicio fue muy bueno, con Lobo López y Memphis Blues again, dos temas fantásticos, pero a ratos la cosa se fue diluyendo pese al gran trabajo de Raúl Rodríguez a la guitarra. Hubo buenos momentos, pero en general el concierto raras veces superó la categoría de faena de aliño. Sí lo hizo en los bises, que fueron otros dos temas emblemáticos en la brillante carrera de Kiko Veneno, En un Mercedes blanco y ese Volando voy que Camarón hizo pasar a la historia. En general, repito, correcto a secas. Además, faltó la guinda final, pues Kiko y Raimundo no coincidieron sobre el escenario, pero por separado nos ofrecieron más de tres horas de buena música.
Un gran tema de Raimundo Amador:
Y otro de Kiko Veneno: