CAPRICORN ONE. 1977. 123´. Color.
Dirección: Peter Hyams; Guión: Peter Hyams; Dirección de fotografía: Bill Butler; Montaje: James Mitchell; Música: Jerry Goldsmith; Diseño de producción: Albert Brenner; Producción: Paul N. Lazarus III, para Associated General Films-ITC Entertainment (EE.UU.).
Intérpretes: Elliott Gould (Robert Caulfield); James Brolin (Charles Brubaker); Brenda Vaccaro (Kay Brubaker); Sam Waterston (Peter Willis); O.J. Simpson (John Walker); Hal Holbrook (Dr. Kelloway); Karen Black (Judy); Telly Savalas (Albain); David Huddleston (Hollis); Robert Walden (Elliott Whitter); David Doyle, Lee Bryant, James B. Sikking, Denise Nicholas, Milton Selzer, Paul Picerni.
Sinopsis: Los Estados Unidos se disponen a asombrar al mundo enviando la primera nave tripulada a Marte. Sin embargo, todo es una farsa: los astronautas son sacados de la nave en el último momento y enviados a una base militar abandonada, en la que se ha habilitado un estudio para rodar allí las falsas imágenes de la llegada del hombre a Marte. Un periodista empieza a pensar que hay algo sucio detrás de la misión espacial y trata de averiguar la verdad.
La carrera como director de Peter Hyams despegó definitivamente con este interesante drama de política-ficción en el que, cambiando la Luna por Marte, se da cobertura a las diversas y muy interesantes teorías que circulan, desde que el hombre aterrizó en nuestro satélite, sobre la falsedad de aquel acontecimiento ocurrido hace más de cuarenta años. En esta ocasión, las víctimas de la trama son tres astronautas que, como Armstrong y compañía, pretenden pasar a la Historia por ser los primeros humanos en pisar el rojo polvo de Marte. No obstante, ha habido un fallo en el programa, oculto a casi todo el mundo por cuestiones de moral nacional, que impide que la misión pueda tener éxito. Así que los Estados Unidos llegarán a Marte… aunque no puedan llegar: la cuestión es que el mundo lo crea. Los guardianes de la Patria lo tienen todo previsto: si los cosmonautas no respaldan sus argumentos, siempre se les puede recordar que sus familias lo pagarán. Si alguien, por ejemplo uno de los técnicos de la NASA, empieza a encontrar cabos sueltos en la misión (y encuentra uno nada baladí: las señales de televisión recibidas desde la nave no parecen venir del espacio exterior, sino desde una distancia aproximada de 500 kilómetros), se le hace desaparecer. A los astronautas, recluidos en una base militar abandonada en mitad del desierto, no se les escapa que su destino no puede ser otro que el de convertirse en caídos en cumplimiento del deber, y deciden intentar la fuga, al tiempo que un periodista investiga algunos hechos oscuros relacionados con la misión.
Capricornio Uno no es un film de escasas virtudes. La principal de ellas es, sin duda, no desaprovechar un punto de partida muy interesante, en la línea de las muchas (y, en su mayoría, buenas) películas sobre conspiraciones políticas que vieron la luz en los Estados Unidos a raíz, sobre todo, de dos hechos traumáticos: el asesinato de John Fitzgerald Kennedy y la guerra de Vietnam. ¿Hasta dónde están dispuestos a llegar nuestros gobiernos para garantizar nuestra mansedumbre? ¿Qué ocurre con quienes disienten, o con quienes no se prestan a seguir el juego? La respuesta que da Hyams a estas dos cuestiones es tan desencantada como moderna. Si al discurso político le unimos algunas espectaculares escenas de acción y unos diálogos brillantes (los de Caulfield con el director de su periódico, o con su colega periodista, son agudos y cargados de ironía, muy en la línea de Primera plana), obtenemos una película más que remarcable, y mucho más entretenida de lo habitual en los films protagonizados por astronautas. Cierto es que la trama resulta a veces poco verosímil, pero funciona. En general, todo está muy bien rodado, desde la escena del aterrizaje simulado a las tomas aéreas. Quizá por ello, la escena final destaca poderosamente… por lo contrario, aunque es posible que Hyams decidiera rodarla así como parodia a la mencionada escena de la falsa llegada a Marte. Y otro punto a destacar, y mucho, es la gran banda sonora compuesta por Jerry Goldsmith. Su trabajo engrandece la película.
En cuanto al reparto, un poco de todo. Empezando por lo negativo, queda claro que James Brolin no es ni de lejos un buen actor, y que a O.J. Simpson le llegaron antes los papeles en el cine que las clases de arte dramático. El resto de intérpretes, como Elliott Gould, Hal Holbrook, Brenda Vaccaro, Sam Waterston, Karen Black y Telly Savalas (estos dos últimos en papeles muy cortos) cumplen a la perfección, y ponen la siempre necesaria nota de calidad interpretativa.
En resumen, una película muy interesante de un subgénero, el de las conspiraciones políticas a gran escala, que lejos de perder vigencia, la va aumentando a medida que la estafa política enseña la patita. Resulta lamentable que, después de unos comienzos más que prometedores, la carrera como director de Peter Hyams cayera en lo rutinario, cuando no en el puro bodrio, pero sus primeros films merecen ser tenidos en cuenta.