Ambiente de gala en el Jamboree para recibir a Jorge Pardo, talentoso músico al que, tras muchos años de inmaculada trayectoria, más de uno parece haber descubierto después de que la Academia francesa le nombrara hace pocos meses algo así como Mejor Músico de Jazz Europeo. Un hombre de currículum inacabable (estuvo en La leyenda del tiempo, y desde entonces no ha parado de hacer buena música) que anoche se presentó en el sótano de la Plaça Reial al timón de una banda de lujo, formada por Josemi Carmona a la guitarra, Pablo Martín Caminero al contrabajo y El Bandolero a la percusión.
La noche trajo muchas sorpresas, todas agradables, y la constatación de algo archisabido: que estas músicas se paladean y se viven en un club como el Jamboree mejor que en cualquier otra parte. Con algo más de un cuarto de hora de retraso sobre el horario previsto, Pardo (anoche al saxo tenor y la flauta) y su banda subieron al escenario y demostraron que saben hermanar como nadie dos músicas, el jazz y el flamenco, surgidas de las clases más bajas para deleite de todas. Nada más empezar, la primera sorpresa, pues subió al escenario El Salao, un joven cantaor del que tenía buenas referencias, anoche contrastadas: al chico le sobra rajo, y tiene mimbres para labrarse una gran carrera en el cante jondo. Otra persona brilló sobre el escenario en la parte inicial del concierto: el trompetista David Pastor, que hizo algunos solos francamente buenos. El repertorio se centró en el último álbum de Pardo, Huellas, uno de los mejores de su carrera y, al margen de algunos fallos en el sonido al inicio, el concierto fue lo que debía ser: una reunión de buenos amigos que disfrutan tocando juntos y lo hacen maravillosamente. Al final, apareció el más antiguo compañero de correrías musicales de Jorge Pardo, un tal Carles Benavent, que cogió su bajo eléctrico y demostró una vez más ese arte, esa musicalidad rebosante que tiene. Si Pablo Martín Caminero acreditó ser un contrabajista de alto nivel, lo de Benavent es de otro mundo. Y no quiero olvidar a uno de los grandes percusionistas del flamenco, El Bandolero, ni desde luego a un guitarrista fabuloso, perteneciente al clan de los Habichuela y que reúne los mejores atributos de la familia: virtuosismo, alma flamenca y afán de experimentar. Grande Josemi Carmona. Un público tan caluroso como en buena parte poco entendido (casi nunca se aplaudieron los solos cuando tocaba) disfrutó de lo lindo de una propuesta que aunó talento, buenas improvisaciones y un aire de jam session y juerga flamenca inolvidable. El pase acabó casi a medianoche, algo poco visto en el Jamboree, y al final apareció otro gran percusionista, El Piraña, y reapareció Salao para que Pardo y Benavent recordaran sus tiempos junto a Paco de Lucía y Camarón. Una fiesta, en suma, que fue un lujo poder compartir. Además con cerveza en mano, gracias al patrocinio de Estrella Galicia. Otra cosa no tendré, pero soy muy bueno escogiendo conciertos.
En cuarteto:
Tal que así empezó anoche la cosa:
Magnífico artículo. Yo también estuve allí y doy fé de todo lo que comentas. Te mando un link con mis fotos del concierto por si deseas verlas o utilizarlas. Saludos
Rai
http://www.flickr.com/photos/raifoto/sets/72157633676696202/
Gracias por el comentario, y desde luego por las fotos. Uno puede escribir muchas cosas, pero linkeando a las imágenes que recogiste mis lectores podrán comprobar que en la reseña no exagero acerca de lo que se vivió el viernes noche en el Jamboree. Esas cosas no pasan todos los días, ni en todos los conciertos. Saludos, reitero mi agradecimiento y animo a todo el que lea esto a que vea tus fotos del concierto.