Anoche, en la Sala 2 del Auditori de Barcelona, Juan Manuel Cañizares actuaba para conmemorar sus cuatro décadas de arte con la guitarra flamenca. En principio, no deberían ser necesarias más presentaciones pero, por si acaso, me extenderé un poco: Cañizares, nacido en Sabadell en el año 1966, es uno de los mejores guitarristas del mundo. Su currículum es espectacular, empezando por sus diez años como miembro del grupo de Paco de Lucía, o por sus muchos conciertos y grabaciones acompañando a Enrique Morente. Sus discos en solitario (todavía recuerdo mi enamoramiento inmediato de Noches de imán y luna en cuanto lo escuché por primera vez), clásicos o flamencos, dan muestras de un talento de los que no abundan.
Cañizares salió al escenario acompañado únicamente por su guitarra y vestido con la misma elegancia con la que toca. Su número solista quedó algo deslucido por unos fallos en el sonido rápidamente corregidos, pero luego apareció la banda y todos juntos interpretaron unas bulerías de rango y tronío que pusieron el listón a un alto nivel que no se rebajó durante el resto del concierto. En la balada, en los tangos o en esa maravillosa rumba que se llama Lluvia de cometas, todo sonó realmente bien, como siempre ocurre cuando sobre un escenario se reúnen buenos músicos tocando buena música. El nivel de los artistas que anoche acompañaron a Cañizares es lo suficientemente alto como para acompañarle con tino en sus correrías con las seis cuerdas y ofrecer un espectáculo flamenco de primera clase. Hablo de Juan Carlos Gómez (segunda guitarra), Íñigo Goldaracena (bajo eléctrico), Rafa Villalba (percusión), Ángel Muñoz (percusión y baile) y Charo Espino (baile). Todos ellos tuvieron protagonismo y se hicieron acreedores de los aplausos que la platea les ofreció con generosidad. No hubo cante, pero no lo eché de menos en absoluto, estaba concentrado disfrutando del concierto. En cuanto al líder, es un virtuoso que además pone alma en lo que toca, un tocaor que, desde unas raíces inequívocamente flamencas, domina otros lenguajes musicales y es capaz de rematar una intervención solista con mucho poso jazzístico con una recreación del estribillo de uno de los grandes éxitos de Los Chichos (ya saben: porque tú te ves bonita/tú te pones orgullosa/ni más ni menos, ni más ni menos/más bonitas son las rosas/viene el tiempo y las marchita). Juan Manuel Cañizares es uno de los discípulos más aventajados del maestro de Algeciras, lo que equivale a decir que está entre los mejores intérpretes de un instrumento, la guitarra flamenca, que vive una época dorada. Es, además, defensor de un flamenco abierto, expansivo y casi siempre alegre, que hace disfrutar y merece los mayores reconocimientos. He aquí el mío.
Cuerdas del alma, temazo que da nombre al espectáculo presentado anoche:
Por granaínas: