Como contrapunto a ese desierto neuronal que son los cada vez menos desiertos agostos barceloneses, el Jamboree suele albergar espectáculos jazzísticos de calidad dentro la programación del Festival Mas i Mas, que organiza conciertos de diversos estilos en varias salas de la ciudad. Anoche había una cita ineludible para quienes disfrutamos con el jazz en directo, pues el sótano de la Plaça Reial acogía la actuación de Opus 5, un grupo rusoamericano cuyo primer disco, grabado para ese sello, llamado Criss Cross, que es el paraíso de los mejores hardboppers modernos, es sencillamente magnífico. Desde luego, la receta para montar un supergrupo no puede ser más sencilla: reúna a un puñado de grandes músicos y espere a que conecten.
El concierto, que se inició con tanta puntualidad que parte del público aún no había ocupado sus asientos, dio comienzo con una introducción a piano solo de David Kikoski (seguramente la gran estrella de la función) que fue algo así como un breve y exquisito repaso a la historia del jazz desde los tiempos del ragtime. Dos sopladores de arrolladora técnica como Seamus Blake (muy vinculado a Barcelona) al saxo tenor y Alex Sipiagin a la trompeta marcaron pronto territorio con solos inspirados, largos pero siempre en progreso, mientras el contrabajista Boris Kozlov y el batería Donald Edwards sostenían con pulso firme la estructura sónica de una banda en la que las canciones son más un medio que un fin en sí mismas, un vehículo para que esos grandes virtuosos se lancen adonde su inspiración les lleve. Y, anoche, esa inspiración les llevó a muchos lugares, porque lo que se vio desde la platea fue a un grupo de músicos sobresalientes disfrutar sobre el escenario y hacer disfrutar a su audiencia. Contagiados por el entusiasmo de un superlativo pianista llamado David Kikoski, sus compañeros bordaron el jazz, alargaron algunos temas más allá de los veinte minutos sin que las ideas dejaran de surgir una tras otra, y dejaron claro que de actitud y de técnica van sobradísimos. Lo destacaría todo, pero una canción como Asami´s Playland (compuesta por el batería) debería figurar en la discoteca de cualquier aficionado al jazz. En total, más de hora y media de hard bop moderno, sin cortapisas ni concesiones, de sabrosísima música tocada y aplaudida con entusiasmo, y el deseo de que este verdadero supergrupo vuelva pronto por estos musicalmente necesitados lares.
Hace un año, en el festival de jazz que se celebra en la ciudad serbia de Nis:
Marzo de 2013. en Iaroslavl, Rusia: