SUPER 8. 2011. 112´. Color.
Dirección: J. J. Abrams; Guión: J.J. Abrams; Dirección de fotografía: Larry Fong; Montaje: Maryann Brandon y Mary Jo Markey; Música: Michael Giacchino; Diseño de producción: Martin Whist; Dirección artística: David E. Scott; Decorados: Fainche MacCarthy; Vestuario: Ha Nguyen; Producción: J.J. Abrams, Bryan Burk y Steven Spielberg, para Amblin Entertainment-Bad Robot-Paramount Pictures (EE.UU.).
Intérpretes: Joel Courtney (Joe Lamb); Elle Fanning (Alice Dainard); Ryan Lee (Cary); Riley Griffiths (Charles Kaznyk); Zach Mills (Preston); Gabriel Basso (Martin); Kyle Chandler (Jackson Lamb); Noah Emmerich (Coronel Nelec); Glynn Turman (Dr. Woodward); David Gallagher (Donny); Bruce Greenwood (Cooper); Ron Eldard (Louis Dainard); A. J. Michalka, Richard T. Jones, Brett Rice, Dale Dickey.
Sinopsis: Mientras ruedan una película de zombis en Super 8 para un concurso, un grupo de niños asiste al descarrilamiento de un tren provocado por un automovilista, quien resulta ser el Dr. Woodward, su profesor de Ciencias, que años atrás trabajó para el Gobierno. Después del accidente, empiezan a ocurrir cosas extrañas en el pueblo, hasta que la llegada de un numeroso contingente de las fuerzas aéreas hace temer a sus habitantes que el tren oculte un cargamento peligroso.
En su calidad de creador y productor, J.J. Abrams es una de las figuras destacadas de la edad de oro que vive la televisión estadounidense desde finales del siglo XX. Confieso que no he sido seguidor de ninguna de las series que ha creado, incluyendo la icónica Perdidos, y por tanto, mi acercamiento a Super 8 estaba alejado de todo prejuicio… por lo que al director y guionista se refiere. No oculto que, desde Tiburón, el nombre de Steven Spielberg, asociado a Abrams en este proyecto, me produce un cierto rechazo a la hora de ver una película. Viendo Super 8, queda claro que Abrams no comparte mi opinión: él sí es fan de Spielberg, y su película, en la que aparecen las mejores y las peores características del director de ET (film con el que esta obra de Abrams tiene diversos puntos en común), casi puede considerarse un homenaje al hombre conocido como El rey Midas de Hollywood.
Tanto el marco espacio-temporal como el hecho de que los héroes de la historia sean unos niños bastante peculiares remiten de forma inequívoca a… bueno, ya saben. La película arranca bien, y funciona tanto en la presentación y caracterización de los personajes como en la acción: la escena del accidente es espectacular, suficiente para comprobar que, en esta producción, hay talento además de dinero. De hecho, la primera media hora de metraje es bastante buena. Más adelante, la cosa pierde algo de fuelle, abundan los lugares comunes (idealización de la infancia, personajes adultos estereotipados), se abre paso una cierta sensiblería y la trama se va haciendo más inverosímil, si bien es preciso remarcar que, aunque lo que el valor de lo que se nos cuenta decrece, el ritmo de la narración no lo hace, y que a nivel visual la película es notable. Abrams juega con cartas marcadas, se recrea en exceso en la nostalgia (a uno le podían gustar Los Goonies o Encuentros en la tercera fase, pero los tiempos han cambiado y ni uno está para cuentos ni, me parece, los niños de ahora tampoco) y recurre a un final previsible y ñoño que lastra una película que al inicio promete bastante más de lo que acaba dando. Lo simpático (el film de zombies que ruedan los chavales) se ve muchas veces solapado por lo previsible (las relaciones de los niños con los adultos, el manidísimo romance entre los protagonistas) y por la sensación de estar viendo un producto perfectamente empaquetado (además de la fotografía, oscura y brillante -valga la paradoja- hay que destacar la notable banda sonora de Michael Giacchino) pero con poca sustancia en su interior. Abrams sabe crear atmósferas de misterio, pero da la sensación de que luego no acierta a rematarlas sin recurrir al tópico.
Por lo que respecta a los intérpretes, decir que ni los intérpretes adultos brillan, ni sus mal desarrollados personajes les conceden excesivas posibilidades de lucimiento. Del elenco infantil destaco a la joven Elle Fanning, que demuestra que sabe actuar. El protagonista, Joel Courtney, me resulta algo forzado en ocasiones, y su grupo de amigos, que más ochentero no puede ser, tampoco le mejora demasiado.
En resumen, un pudo ser y no fue, una película-gaseosa, una mirada nostálgica a un cine que nunca me entusiasmó, que a ratos resulta apasionante y que, especialmente en su parte final (sin contar los excelentes títulos de crédito) es más bien estomagante. Sobra homenaje y falta originalidad. Para mí, la magia del cine es otra cosa.