Si a uno le gusta el jazz y vive en Barcelona, lo más probable es que considere al Jamboree como un oasis en una ciudad cada vez más culturalmente plana. En el sótano de la Plaça Reial nunca dejan de ocurrir cosas buenas para los aficionados a este género, pues ellos saben bien que el lugar ideal para ver y escuchar jazz en directo es un club. El Jamboree no es el único de la ciudad (aunque tampoco hay demasiados), pero sí, y con mucho, el mejor. Como prueba más cercana, el concierto que anoche ofreció allí la cantante René Marie.
Marie es una cantante de vocación tardía, pues no inició su carrera musical hasta los 42 años. Desconozco a qué se dedicó con anterioridad, pero sé que tomó la decisión correcta: ha nacido para esto. Vino a Barcelona para presentar su último álbum, I wanna be evil, concebido como un homenaje a Eartha Kitt. Dije que René Marie ha nacido para cantar, no sólo porque posee una voz bella y dúctil, sino porque también me sorprendió favorablemente su capacidad para interpretar las canciones, no sólo para cantarlas. En disco, pero sobre todo en directo, éste es un factor que marca la diferencia entre los vocalistas buenos y los muy buenos. René Marie pertenece, sin duda, al segundo grupo. Su repertorio de anoche estuvo, en su mayor parte, compuesto por baladas con marcado trasfondo erótico, ya desde la inicial My heart belongs to daddy. La acompañaron tres músicos que se encuentran entre lo más selecto de la escena local: el exquisito pianista Roger Mas (a quien Marie confesó haber conocido ayer mismo: oyéndolos, nadie lo hubiera dicho), el contrabajista Alex Davis y el batería Stephen Keogh. Todo sonó muy bien, Marie se ganó al público que llenaba la sala con su cálida voz, su simpatía y sus tablas, facturó excelentes versiones de Come on-a my house, C´est si bon o Let´s do it, y bordó la canción que da título a su más reciente álbum para despedirse a capella interpretando How can I keep from singing? Gran concierto de una cantante que visitaba el Jamboree por primera vez, y se lo ganó. Que no sea la última.
En El Vendrell, hace cuatro años:
Junto a Jeremy Pelt, que nos visitó apenas 24 horas antes: