Los dirigentes ibéricos no son como el jamón: para prevenir el bochorno, nos conviene exportarlos poco, a no ser que el viaje sea sólo de ida. Por eso, uno no sabe muy bien qué han ido a vender Mariano, su séquito de costumbre y una extensa cohorte de empresarios afines a los Estados Unidos: ¿Un país arruinado y resignado en el que conviene invertir, aunque sólo sea porque el personal lo ve tan negro que está dispuesto a trabajar donde (y al precio que) sea? ¿Una recuperación que la economía real todavía ni espera? ¿El ya habitual «dame argo»? Seguramente, todas las anteriores.