Por segunda vez en menos de un año, Jorge Pardo, uno de los mejores músicos europeos, volvió al Jamboree para ofrecer cuatro conciertos al frente de su trío, D3, completado por Francis Posé al contrabajo y José Vázquez Roper a la batería. Tres músicos veteranos, de amplio recorrido conjunto y aún más voluminoso currículum por separado, que son toda una garantía de buen sonido con espíritu inquieto.
Asistí al último de los conciertos, el segundo pase del sábado, seguro de que del escenario saldría el mejor jazz flamenco que puede oírse en la actualidad. Y así fue. De un trío formado en 1995 y con varias grabaciones y giras a sus espaldas se espera compenetración, complicidad y una base que permita dar rienda suelta a la improvisación y capturar la magia que emana de la buena música libre. Y de todo eso hubo. También buen humor, canciones que, a partir de una inconfundible huella flamenca, se abrían camino hacia un jazz profundo y nada autocomplaciente, muy buenos solos por parte de los tres músicos, y muchos aplausos por parte de todos los que llenábamos el local. Una propuesta de altura en el templo del jazz barcelonés, bulerías con guiños al free jazz, y un final que por sí solo valió lo suyo: el bis consistió en una pieza que juntó el tema de amor y el que acompaña los créditos finales de un film justamente mítico: Blade Runner. Lo que son capaces de hacer los que saben. Pardo dijo en voz alta que le gustaría visitar el Jamboree con más frecuencia. Que vuelva cuando quiera, servidor hará lo posible por no faltar.
En 2012, en un lugar de esos que pueden calificarse de marco incomparable:
Por Vangelis, de su CD en directo: