Después de una noche de jazz, una ración de blues-rock guitarrero no puede irle mal al cuerpo, así que servidor se fue a la sala Bóveda para ver el concierto de la Vargas Blues Band, formación con dos décadas largas de recorrido. Respecto al lugar del concierto, decir que se trata de una de esas antiguas fábricas reconvertidas del Poble Nou que parece que vayan a derrumbarse en cualquier momento. Digamos que la palabras más adecuada para el lugar sería antro, pero allí era el espectáculo, y hasta allí había que ir.
La actuación dio comienzo a las 21,3o horas, media hora más tarde de lo que decía la entrada. La media de edad del público asistente era muy alta (excepto por los atuendos rockeros de buena parte de la concurrencia, uno hubiera podido creer que iba a un concierto de Julio Iglesias) y, como era de temer visto el local, la calidad del sonido no era para tirar cohetes, lastrada por algún decibelio más de la cuenta. Con todo, me gusta la Vargas Blues Band porque recrea la música de una época en la que ésta era lo más importante en el negocio, y porque Javier Vargas es lo más parecido a un guitar hero que existe en España, tierra en la que la guitarra flamenca o la clásica han tenido mucha más suerte con sus virtuosos que la eléctrica. Vargas es un gran guitarrista, dueño de una carrera discográfica interesante y coherente. Su rollo está claro: blues-rock eléctrico y contundente sobre el que poder dar vuelo a su pericia como instrumentista. A su lado, una formación internacional: el cantante británico Gaz Pearson (muy a lo Robert Plant, también en lo del exceso de posturitas, pero me gustó su voz), el bajista y vocalista bonaerense Luis Mayol, y el batería holandés Peter Kunst. Un bloque sólido que sabe muy bien cuál es su papel como banda.
El concierto duró casi dos horas y media, y en su primera parte el repertorio se centró en el último disco de la banda, Heavy City Blues, grabado en Las Vegas y en el que intervienen invitados como Paul Shortino o Carmine Appice. Se trata del disco más rockero de Vargas, y eso quedó demostrado oyendo temas como Sin City o Rock´n´roll circus. En la onda habitual, el reivindicativo Banker´s blues es otro de los temas destacados del álbum, y lo fue también del concierto, que en su segunda parte ofreció un reguero de versiones de clásicos del rock más bluesero: sonaron The Doors (Love me two times, cantada por Luis Mayol), Cream (Sunshine of your love), Muddy Waters (The hunter) y, por supuesto, Jimi Hendrix, con una recreación de Purple Haze. No faltó un homenaje a Gary Moore, de quien se interpretó la balada Parisienne Walkways, ni el recuerdo a Paco de Lucía. Javier Vargas toca mucho y bien, y tanto él como su banda están en buena forma. A eso de la medianoche, acabó un concierto que, a pesar de los inconvenientes señalados al inicio de esta reseña, y de algún achaque propio por aquello de estar tres horas de pie, mereció la pena.
Una de las canciones de Heavy City Blues:
Uno de los imprescindibles de Vargas: