Doble concierto el celebrado anoche en el coqueto Auditori de Cornellà, dentro del certamen de arte flamenco que desde hace 31 años se celebra en esa localidad.
Abrió la velada flamenca, que se alargó hasta pasada la medianoche y fue presentada por el locutor Pepe Tejada, Guillermo Cano, cantaor onubense de voz fina y un arte que recuerda a los viejos maestros como Vallejo. Confieso que no le conocía, pese a ser un artista varias veces premiado en festivales de prestigio como el Antonio Mairena y el de las Minas de La Unión. Desde anoche, Cano, que actuó acompañado por el buen guitarrista local Manuel Castilla, puede contarme entre sus seguidores. Su voz es excelente, su sentimiento verdadero y su entrega encomiable. Empezó brillando en la soleá, estuvo fino por tangos y seguiriyas y acabó, descamisado y muy aplaudido, bordando los fandangos de su tierra, sin micro y mezclado entre un público al que consiguió meterse en el bolsillo. Guillermo Cano es un cantaor de verdad, que convence por la sencillez con la que desarrolla ese difícil arte de hacer buen flamenco, y cuyo nombre merece ser tenido muy en cuenta.
Actuación televisiva de este artista a seguir:
Y después apareció El Cabrero. Poco hay que añadir a este nombre. Voz desgarrada que habla de un pueblo sufridor y explotado, presencia imponente a la que los achaques de la edad y del mucho trabajo no han conseguido menguar en rebeldía y carisma, el cantaor de Aznalcóllar, que estuvo acompañado por un espléndido Rafael Rodríguez a la guitarra, se reencontró con sus fieles seguidores en Catalunya y, una vez más, no defraudó. En su concierto hubo, cómo no, muchos fandangos con letras que rasgan conciencias al ir servidas por una garganta que sigue siendo dueña de lo profundo. También hubo canciones como Si se calla el cantor o mi favorita, La lluvia, junto a soleares, seguiriyas y muchos guiños de complicidad con un público tan leal como entregado, en el que se incluían algunas personas que recordaban haber asistido a la primera actuación de José Domínguez en Catalunya, allá por 1975. Muchos años han pasado, pero la fuerza del arte del Pastor de nubes permanece intacta. Y que sea por muchos años:
Soneto por bulerías:
Por fandangos. Hace casi un año, en Nou Barris. Presumo de haber estado allí: