BREAKOUT. 1975. 95´. Color.
Dirección: Tom Gries; Guión: Howard B. Kreitsek, Marc Norman y Elliott Baker, basado en el libro de Warren Hinckle, William Turner y Eliot Asinof Ten second jailbreak; Dirección de fotografía: Lucien Ballard; Montaje: Bud S. Isaacs; Música: Jerry Goldsmith; Dirección artística: Alfred Sweeney, Jr.; Producción: Robert Chartoff e Irwin Winkler, para Columbia Pictures (EE.UU.).
Intérpretes: Charles Bronson (Nick Colton); Robert Duvall (Jay Wagner); Jill Ireland (Ann Wagner); John Huston (Harris Wagner); Randy Quaid (Hawk); Sheree North (Myrna); Jorge Moreno (Sosa); Emilio Fernández (J.V.); Alan Vint, Roy Jenson, Sydney Clute, Alejandro Rey, Luis Prendes.
Sinopsis: Jay Wagner es un ejecutivo norteamericano al que internan en una penitenciaría mexicana acusado de un asesinato que no cometió. Su esposa, Ann, contrata a Nick Colton, un buscavidas, para rescatarle.
En 1975, Charles Bronson disfrutaba de un notable éxito como héroe de acción, y acababa de interpretar por primera vez al personaje que le hizo más célebre, el arquitecto reconvertido en justiciero Paul Kersey. El rostro granítico y las maneras expeditivas del actor le hicieron triunfar en un subgénero en el que Clint Eastwood y Burt Reynolds reventaban taquillas con frecuencia.
La trama es bastante sencilla: el anciano jefe de una importante multinacional que recuerda mucho a la United Fruit decide que su nieto, alto ejecutivo en la compañía, ha tomado partido por el bando equivocado y opta por borrarlo del mapa. Para ello, qué mejor que endosarle un asesinato y hacer que se pudra en una cárcel mexicana. Sin embargo, ni el interesado ni su esposa se resignan a su suerte, y ella decide contratar a Nick Colton, un vividor experto en el pilotaje de helicópteros, para rescatar a su marido, Jay. Los sucesivos intentos de fuga fracasan, casi siempre a causa de chivatazos, con lo que Colton decide poner en práctica un plan de rescate bastante descabellado como última posibilidad.
Las primeras escenas de la película recuerdan, y mucho, a Sam Peckinpah, lo que siempre es bueno. El film arranca en México, ilustra una amistad traicionada y muestra el asesinato de un hombre a cámara lenta, ante la sádica mirada de Emilio El Indio Fernández. Todo ello retratado por la siempre brillante cámara de Lucien Ballard. Muy pronto, sabemos que ese asesinato le será endosado a un hombre inocente, y que gracias a unos jueces comprados con el dinero de quien ha maquinado la trama, ese hombre, Jay Wagner, sólo podrá ver a su esposa cuando ésta vaya a visitarle a la cárcel. Ella hará todo lo posible para liberar a su marido… y ahí la historia se olvida de Peckinpah y se convierte en una bastante rutinaria película de acción con toques, más bien gruesos, de comedia. Tom Gries, que había dirigido algunos estimables westerns, no es el Tío Sam, ni el desarrollo de la trama en la segunda mitad del film le da demasiadas opciones de lucimiento. El director rueda con estilo las escenas de acción, pero no consigue que la película dé lo que en principio prometía. Tan sólo la escena en la que se ve cómo el muy civilizado ejecutivo se va animalizando a medida que pasa el tiempo en la dura cárcel mexicana recupera el aliento de las primeras escenas. El final, en cierto modo, decepciona: ni se nos explica cómo queda la cosa entre abuelo y nieto, ni la escena del rescate, que es el clímax de la película, destaca por su verosimilitud. Eso, por no hablar de la subtrama Casablanca, topicazo donde los haya.
Charles Bronson supo hacer de la necesidad virtud, y acertó al escoger papeles en los que su más bien escasa expresividad era más una baza que un lastre. Aquí es un tipo rocoso, cómo no, pero posee ese punto caradura muy a lo Burt Reynolds, y tampoco es que la película se centre en su personaje del modo tan exclusivo que tanto abundaría en su filmografía posterior. Fuga suicida se beneficia del coprotagonismo de un gran actor, Robert Duvall, aquí tan acertado como siempre. Jill Ireland, pareja de Bronson en la vida real, cumple con su rol de abnegada esposa, y John Huston, cuya intervención es muy breve, interpreta un papel muy parecido al que acababa de hacer en Chinatown, película muy superior a ésta en todos los sentidos. El resto del reparto se divide entre los compinches del protagonista, que ponen el no siempre logrado contrapunto cómico, y los del anciano empresario, sádicos y perversos como ellos solos.
Fuga suicida tiene uno de sus puntos fuertes en la inspirada banda sonora firmada por un Jerry Goldsmith que vivía por entonces uno de sus mejores momentos creativos, pero en general es una película que empieza muy bien, promete mucho y acaba sumergida en lo funcional. Con todo, no es un film desdeñable, y ocupa un lugar destacado entre las películas protagonizadas por Charles Bronson.