EL NIÑO. 2014. 135´. Color.
Dirección: Daniel Monzón; Guión: Jorge Guerricaechevarría y Daniel Monzón; Dirección de fotografía: Carles Gusi; Montaje: Cristina Pastor; Música:Roque Baños; Dirección artística: Serafín González; Diseño de producción: Antón Laguna; Producción: Ghislain Barrois, Javier Ugarte, Borja Peña, Edmon Roch y Álvaro Agustín, para Telecinco Cinema- Ikiru Films- Vaca Films-La Ferme! Productions (España).
Intérpretes: Luis Tosar (Jesús); Jesús Castro (Niño); Eduard Fernández (Sergio); Bárbara Lennie (Eva); Sergi López (Vicente); Jesús Carroza (Compi); Ian McShane (Inglés); Mariam Bachir (Amina); Saed Chatiby (Halil); Moussa Maaskri (Rachid); María García, José Manuel Poga, Mario De La Rosa.
Sinopsis: El Niño y El Compi, dos jóvenes de la zona del estrecho, deciden empezar a trapichear con hachís para conseguir dinero. Mientras, Jesús y Eva, dos policías destinados a aquel lugar, tratan de demostrar que las rutas de entrada del hachís están siendo utilizadas por las mafias internacionales para introducir grandes cantidades de cocaína en Europa.
Daniel Monzón es uno de esos directores que antes de saltar al ruedo fue crítico de cine. En muchas ocasiones, quienes han dado ese paso no han hecho sino demostrar que los toros se ven mejor desde la barrera. No es el caso de Monzón, que ya demostró muy buenas maneras en su film anterior, Celda 211. El Niño, en general, ha gustado a la crítica y dividido al público. Por lo que a mí respecta, sus virtudes pesan bastante más que sus defectos.
El principio del film cumple con su doble propósito: provocar el interés del espectador y ponerle sobre aviso de lo que va a ver a continuación. Se ve, por un lado, cómo funciona el negocio de la droga en áreas fronterizas, así como la labor de los policías destinados a combatir el tráfico de estupefacientes. La otra gran trama del film se presenta de forma veraz, haciendo hincapié en lo tentador que resulta el negocio de la droga (incluso a pequeña escala) para jóvenes sin demasiado futuro. En esta parte se concentra el mayor número de peros que pueden ponerse a la película, pero queda claro que Daniel Monzón y Jorge Guerricaechevarría han escrito un guión sólido y bien documentado, en el que los comportamientos, e incluso la forma de hablar de los personajes son plenamente creíbles. Quienes conocemos un poco el Sur, o venimos de allí, sabemos que no se nos está vendiendo gato por liebre. Dicho esto, repito que, de las dos tramas que aborda la película (y que, como es lógico, se cruzan al final), prefiero la policial a la juvenil, pues en ésta se aprecian concesiones poco justificables al público adolescente, el cual, por otra parte, es el que mayoritariamente ocupa los asientos de las salas de cine, espectáculo que, por lo que yo sé, se hace para el público. No obstante, la historia de amor me sobra un poco (más en un film que supera las dos horas de duración) y algunos actores flojean. Me gusta la mezcla de drama y humor sobre la que discurre la vida de policías y pequeños delincuentes (en la vida de los malos de verdad, no hay humor que valga, y esto también puede verse en El Niño) y, sobre todo, me gusta la factura de las escenas de acción, algunas de las cuales (las persecuciones entre los helicópteros de la policía y las lanchas de los traficantes) pueden figurar entre las mejores rodadas en España por alguien que no se llame Álex de la Iglesia. Veo un trabajo de montaje (y de los especialistas) que se aleja del cutrerío que tantas veces lastra el cine policíaco patrio. Aquí hay medios, y están bien utilizados. Por lo demás, se pretende dar una visión global de una problemática que el común de la ciudadanía recibe de una forma sesgada las más de las veces, y creo que en eso Monzón supera el reto con buena nota. No sé si en El Niño se cuenta la verdad pura y dura, pero lo parece.
Los peros, además de en la evolución de la trama juvenil, que empieza fuerte y en ocasiones degenera hacia el lugar común (visto, por otra parte, en teleseries de moda como El Príncipe), se concentran en el trabajo de algunos actores. No, desde luego, en el de Luis Tosar, contenido y convincente como casi siempre, sino, por ejemplo, en el de Jesús Castro, actor cuya inexpresividad es evidente. Le salvan en parte su indudable atractivo físico (del que más de una fémina me ha hablado con no poco entusiasmo: digamos que Castro juega en la liga de un Mario Casas, y peor actor que él tampoco es) y algunas buenas frases que le brinda el guión, pero su labor no es suficiente para aguantar el peso de una película que pretende ser importante. Tampoco la interpretación de Mariam Bachir pasará a la historia, aunque sin duda es una mujer de gran belleza. En cuanto al otro damnificado por los opinadores de la película, Jesús Carranza, estoy más en desacuerdo con la crucifixión: he conocido a tipos como él, y su actuación me hizo recordarles, por lo que no creo que su labor sea mala. En cuanto a los actores veteranos, me gusta (y me ocurre en prácticamente todas sus películas) Eduard Fernández, Bárbara Lennie está correcta a secas, y Sergi López, actor que en general no me convence, no está ni mejor ni peor que de costumbre. Ian McShane pone el rostro y poco más, y Saed Chatiby es, de los jóvenes, el que mejor interpretación ofrece.
El Niño es una película necesaria. Me gusta que el cine español refleje la realidad (que en Iberia es la que sigue: las grandes mafias internacionales de la droga están muy bien implantadas, sus tentáculos llegan a todas partes, y por aquí los estupefacientes corren que da gusto, lo que es un buen argumento en contra de su prohibición legal, tesis de la que parece participar el film viendo sus planos finales) y que, además, no aburra. Y el film de Monzón consigue ambas cosas, aunque sin llegar al nivel de La isla mínima, el otro gran policíaco español de 2014.