Ambiente más bien desangelado en el Jamboree, en la noche de un día presuntamente terrorífico (todo es opinable; para mí, es mucho más espantoso el día de hoy: cómo va a dar más miedo un tipo con máscara de hockey y cuchillo jamonero que una sobredosis de almíbar a gran escala), para ver a un dúo de guitarristas que presentaron en el sótano de la Plaza Real un proyecto que bebe del signo de los tiempos: un músico de Benin y otro de Italia se conocen en Nueva York, congenian y llevan sus canciones por todo el mundo. Loueke es un músico ya consagrado merced a sus colaboraciones con iconos del jazz como Wayne Shorter y Herbie Hancock, mientras que Cechetto es un artista al que, hasta anoche, este bloguero no conocía.
Loueke y Cechetto ofrecieron un concierto integrado en exclusiva por composiciones propias, en el que desde el principio dejaron claro que el estilo percusivo y exhuberante del africano se complementa a la perfección con el más contenido y áspero de su compañero. La mayor parte de los temas fueron de corte intimista, algo lógico visto el formato, pero también hubo espacio para que Loueke luciera ese estilo, tan propio de los bajistas, basado en el golpeo del dedo pulgar contra las cuerdas, y ambos músicos se dejaran llevar hacia territorios de pura experimentación. Guitarrismo de alta gama, en todo caso, en un proyecto que derrocha química musical. Hay que escuchar con atención la propuesta de Loueke y Cechetto. Mi estreno en el Jamboree en este 2015 valió la pena.
Loueke, en trío:
Cechetto, a dúo: