Desde aquí quiero enviar un mensaje de solidaridad a una familia que lo está pasando muy mal, que vive en la marginación y está al borde de la indigencia. Se trata de los Pujol-Ferrusola. No tienen ni cinco (eso dijo ayer en el Club de la Comedia -perdón, en sede parlamentaria- la matriarca del clan, mujer aficionada al paracaidismo y a llenar los despachos oficiales de floripondios cobrados a precio de rubíes), sus amigos más íntimos (como el President Artur Mas) les abandonan cual desodorante barato y encima han de justificarse por convertir la chatarra en automóviles de lujo (ni Jesucristo, oigan). Qué injusticia, como diría Cristiano Ronaldo, otro que, como ellos, vive en la pobreza. Ellos, que lo fueron todo («Lluís, la Generalitat som tu i jo», le dijo el patriarca al honrado Prenafeta nada más pisar las alfombras de Sant Jaume, que tantas cosas esconden) se ven hoy sometidos al escarnio, la calumnia y el ensañamiento por parte de seres tan resentidos como antipatrióticos. Ayúdenles, que no les cuesta nada. Y total, ya estuvieron más de dos décadas haciéndolo…