Uno se pregunta cuántas atrocidades más ha de cometer el terrorismo yihadista para que todo el mundo, sin excepciones, se dé cuenta de que todo lo demás son adversarios, pero ellos son el verdadero enemigo. De connivencia con el mal, y de tolerancia con quienes lo divulgan y financian, también se muere. Y nadie está libre. Están en juego los mejores valores de la civilización. Tonterías, las justas. Vigilancia, toda la que sea necesaria.