THE PRESTIGE. 2006. 130´. Color.
Dirección : Christopher Nolan; Guión: Jonathan Nolan y Christopher Nolan, basado en la novela de Christopher Priest; Dirección de fotografía: Wally Pfister; Montaje: Lee Smith; Dirección artística: Kevin Kavanaugh; Música: David Julyan; Diseño de producción: Nathan Crowley; Producción: Christopher Nolan, Emma Thomas y Aaron Ryder, para Warner Bros.-Touchstone Pictures (EE.UU.).
Intérpretes: Hugh Jackman (Robert Angier); Christian Bale (Alfred Borden); Michael Caine (Cutter); Rebecca Hall (Sarah Borden); Scarlett Johansson (Olivia Wenscombe); Piper Perabo (Julia); David Bowie (Nikola Tesla); Andy Serkis (Alley); Daniel Davis (Juez); Samantha Mahurin (Jess Borden); Jim Piddock, Christopher Neame, Mark Ryan, Roger Rees, Jamie Harris.
Sinopsis: En la Inglaterra de finales del siglo XIX, dos jóvenes magos rivalizan, de un modo cada vez más temerario, para conseguir el truco más impactante.
Christopher Nolan es uno de los directores más brillantes del siglo XXI. Cineasta ambicioso, en ocasiones sus películas no están a la altura de sus elevadas pretensiones. El truco final, película que dirigió entre sus dos primeras incursiones en el universo de Batman, es una de sus mejores obras.
Decía Picasso que el arte es la mentira que nos ayuda a comprender la verdad. El cine es arte a la vez que espectáculo de masas, pero sobre todo es una de las mentiras más maravillosas que ha inventado el ser humano. Cuando los hermanos Lumière rodaban sus primeras películas, el entretenimiento popular por excelencia lo proporcionaban los magos, que eran auténticas estrellas en las postrimerías de la época victoriana. Aquí arranca Nolan su película, que se inicia con una explicación de cómo funcionan los trucos de magia y con una frase dirigida a un niño (que no es otro que el espectador) que funciona a modo de advertencia: «¿Estás observando con atención?» El director apela a la inteligencia del público y, a cambio de la atención que exige, ofrece un espectáculo cinematográfico de primer orden.
El prestigio es, en esencia, un film sobre el engaño y la capacidad de manipular a los demás, a la vez que una historia sobre la obsesión (que no es más que una pasión prolongada en el tiempo) por ser el mejor y los sacrificios (no pocas veces humanos) que ello conlleva. La búsqueda de la perfección, del más difícil todavía, produce monstruos. Cineasta cerebral por excelencia, Nolan se encuentra como pez en el agua dirigiendo esta historia hacia un final donde el truco nos es desvelado. En Batman begins ya había demostrado su capacidad para manejar rodajes complicados, por no decir aparatosos; en El prestigio va un poco más allá: en ella se unen la pasión (si en otras ocasiones Nolan peca de frialdad, aquí el corazón de hielo lo reserva para sus protagonistas), el talento y la técnica, para crear una ilusión (el cine no es sino una de ellas) que, ya desde las primeras escenas, intriga y engancha. Cuando el exceso de riesgo asumido por uno de los jóvenes magos desencadena una tragedia, Nolan da inicio a un juego de espejos en el que uno casi nunca ve lo que cree estar viendo, aunque el director, a lo largo de la historia, va dejando claves, como migas de pan, que más tarde servirán para dar coherencia al impactante final.
Una característica de los directores con personalidad (que suelen ser los mejores) es su gusto por trabajar una y otra vez con colaboradores que encajan con su universo y ayudan a darle forma. Wally Pfister y Nathan Crowley, cuyo trabajo con Nolan abarca la práctica totalidad de la filmografía del cineasta londinenese, se superan a sí mismos y resulta decisivos en la arquitectura de un film visualmente deslumbrante, con planos espectaculares como el de esa ciudad en mitad de ninguna parte, iluminada por la genialidad de Nikola Tesla, secundario relevante en la película. El montaje, cuya importancia es capital en el cine (y creciente a medida que la duración del film se alarga), es sobresaliente. Entre tanta perfección, una música que no pasa de correcta chirría un poco.
No es correcto decir que, en el aspecto narrativo, El prestigio tiene trucos. La película es un truco en sí misma: como tal está concebida, desarrollada y concluida, y como tal hay que verla. Sin ilusión, sin pasión, sin magia, la vida puede ser un aburrimiento sin sentido. Este film es lo contrario del tedio. Si se ve con los ojos del niño al que Borden hace la pregunta del principio, y se actúa de acuerdo al enunciado de la misma, es el resultado son poco más de dos horas de pura magia… no precisamente blanca. En este film se habla de la arrogancia del talento y de la tenacidad de la envidia con una agudeza que pocas veces he visto desde Amadeus.
Como todas las de Nolan, El prestigio es una película eminentemente masculina, en la que las mujeres son a veces cómplices, a veces víctimas, normalmente ambas cosas, pero siempre se mantienen en segundo plano. Aquí, la elección y el trabajo de los intérpretes acentúa las diferencias. Hugh Jackman, actor del que me gusta su afán por no encasillarse pero que no me entusiasma, hace una buena interpretación, superada por la de un Christian Bale que tiene la presencia y la calidad necesarias para dar vida a los personajes más complejos. Respecto a Michael Caine, hace tiempo agoté los calificativos. Lo único que puedo añadir sobre él es que los actores que empiezan deberían ver una y otra vez sus películas. De las actrices, me quedo con Rebecca Hall, acertada en su primer papel importante en el cine. A Scarlett Johansson la veo algo fuera de sitio, y en general sus interpretaciones suelen resultarme insípidas. Destacar la siempre bienvenida presencia de David Bowie en el papel de Nikola Tesla, uno de los científicos más relevantes de todos los tiempos.
El prestigio es, se mire por donde se mire, una gran película, firmada por un director brillante, dotado de una singular capacidad (no siempre bien aprovechada) para brindar al público entretenimiento inteligente. Los fallos, que los tiene, pierden toda relevancia visto el resultado obtenido.
Me parece muy buen film, “El Prestigio” nos oferta una serie de actividades de extrema competición profesional con ánimo de venganza familiar y tono de misterio, por cierto me recuerda a “El Hipnotizador”, una serie de TV, tiene temática similar. En fin, la película tiene una historia entretenida en primera instancia, con diálogos rimbombantes y conjeturas rebuscadas nuestro director ejecuta una obra en fragmentos estilo puzzle pero sin llegar a los extremos, con una cuidadosa fotografía, escenarios planeados con la delicadeza de un gran artífice, maquillaje certero y fidedigno, es obvio que toda la producción se esfuerza por sacar la obra a flote sin el desventajoso desinterés del arrebato, sino con la intención de delicadeza, suspense y tensión, para los amantes de la taquicardia cuya percepción inspecciona hasta al más mínimo detalle, el cual será crucial en la película. Las virtudes de la cinta son evidentes, el guión es una obra escapista/ilusionista con el simple propósito de engañar al espectador y hacerlo sentir diversas emociones; la dirección de actores es exquisita.
No he visto El Hipnotizador, por lo que no puedo juzgar las similitudes con el film de Nolan, pero por lo demás suscribo su comentario.