GROUNDHOG DAY. 1993. 98´. Color.
Dirección: Harold Ramis; Guión: Danny Rubin y Harold Ramis, basado en un argumento original de Danny Rubin; Dirección de fotografía: John Bailey; Montaje: Pembroke J. Herring; Música: George Fenton; Diseño de producción: David Nichols; Producción: Harold Ramis y Trevor Albert, para Columbia Pictures (EE.UU.)
Intérpretes: Bill Murray (Phil); Andie MacDowell (Rita); Chris Elliott (Larry); Stephen Tobolowsky (Ned); Brian Doyle-Murray (Buster); Marita Geraghty (Nancy); Angela Paton (Mrs. Lancaster); Rick Ducommun, Rick Overton, Robin Duke, Carol Bivins, Rod Sell, Michael Shannon, Harold Ramis.
Sinopsis: Phil, un meteorólogo arrogante de una televisión local de Pittsburgh, se traslada a una pequeña localidad para informar del Día de la Marmota. A partir de ahí, cada día se despertará en esa misma fecha.
Director especialista en comedias, la mayor parte olvidables, Harold Ramis dio en la diana con Atrapado en el tiempo, que por sorpresa se convirtió en uno de los films de más éxito en 1993 y ya forma parte del imaginario cinematográfico colectivo.
Gran parte del éxito del film se debe a su premisa: ¿qué sucedería si cada día fuera el mismo, si hicieras lo que hicieras un 2 de febrero a la mañana siguiente te despertaras… y fuera otra vez 2 de febrero? Pues eso le ocurre a un meteorólogo soberbio y amargado cuando acude por cuarta vez en su vida a hacer un reportaje sobre el Día de la Marmota, curiosa ceremonia de la América profunda en la que un roedor predice el posible adelanto de la llegada de la primavera.
Salvo los muy afortunados o los muy idiotas, todos hemos tenido alguna vez (o muchas) la sensación de estar viviendo un mismo día que se repite una y otra vez. Pero sabemos que eso no es cierto, que cada día es irrepetible, que al final del mismo seremos más viejos, que lo que hayamos hecho o dejado de hacer cuenta y que, en definitiva, uno de esos días, queremos creer que uno muy lejano, será el último. La película tiene la virtud de empatizar con el espectador, aunque a veces use trampas para conseguirlo. Nadie que la vea podrá evitar pensar en lo que haría si le ocurriera lo mismo que al meteorólogo Phil, quien experimenta la típica sucesión de reacciones: incredulidad, ira, depresión (provocada cuando, decidido a conquistar a su guapa productora, descubre que jamás podrá hacerlo siendo la clase de persona que es) y aceptación. Lo que tenemos, al final, es una bonita fábula muy del gusto popular: agradable, complaciente y conformista.
Más allá de lo ingenioso de su punto de partida, de la comicidad de algunas situaciones (los sucesivos encuentros con el agente de seguros o los distintos suicidios del protagonista), y de hacer un muy optimista pronóstico de cuántas veces necesita un imbécil que un día sea el mismo día para volverse mejor persona, no creo que el film sea demasiado distinguido en ninguno de sus aspectos. La puesta en escena es funcional, por no decir anodina, sin que haya nada que destaque por encima de docenas de productos similares. El guión es, de largo, lo mejor, aunque progresivamente vaya perdiendo fuerza hasta acabar cayendo en la blandenguería.
Tampoco los actores suponen un gran punto a favor. A Bill Murray, intérprete por el que siento escaso aprecio, le pondría una nota alta de no tener la sensación de que una vez más se está interpretando a sí mismo; Andie MacDowell, actriz de gran belleza, me gustó en Sexo, mentiras y cintas de vídeo pero, en lo interpretativo, siempre la he visto justita. Y los secundarios no llegan a tener verdadera entidad propia, más allá de dar lugar a situaciones más o menos cómicas.
Agradable pero sobrevalorada, Atrapado en el tiempo posee, como ha quedado dicho, la virtud de la empatía, pero empieza mejor de lo que acaba. No deja de ser una buena comedia dramática, aunque sus virtudes no van mucho más allá de su premisa argumental.