Sobre la carta a los Reyes Magos escrita por las fuerzas que forman la escueta mayoría secesionista en el Parlament, tres cosas: que es un poco pronto (la fecha ideal para hacerla pública hubiese sido el 28 de diciembre), que los Reyes son los padres, y que el regalo va a ser carbón. A todo esto, me gustaría ver dónde va tan solemne despropósito si los de la mayoría minoritaria se empeñan en imponer al Comisionista Mayor como futuro dictador supremo de la República, y los alternativos siguen pensando que su papel va más allá de decidir si se tragan al individuo con guarnición, o sin ella.
Por mi parte, dado que esa tropa está formada por gente tan demócrata que primero se saca un plebiscito del forro de sus caprichos, y después cuenta su resultado en escaños (mira que se esforzaron, poniendo las elecciones al final de un puente que, oh casualidad, sólo lo era en Barcelona y alrededores), cualquier uso de la ley que se haga para pararles los pies me parecerá correcto.
Ah, se me olvidaba: quienes han apoyado que la presidencia del Parlament la ocupe una racista fanática, deben saber que esas cosas no salen gratis.
Nada más que decir sobre el temita, ni ahora, ni de aquí en adelante. Que tengo una vida, oigan. Si a otros no les ocurre, no es culpa mía.