Gran velada jazzística la de anoche en el Conservatori del Liceu. Se presentaba una nueva banda, Children of the Light, que poco tiene de nueva, pues su formación incluye a tres grandes figuras del jazz: Danilo Pérez, John Patitucci y Brian Blade. Es decir, el cuarteto de Wayne Shorter, sin Wayne Shorter. La banda ha publicado este año su álbum de debut, que ya antes de editarse era uno de los lanzamientos discográficos más esperados por los buenos aficionados al jazz. El disco no decepciona. El directo es mejor.
En el caso de estos tres maestros que se conocen a la perfección, podría decirse que el repertorio es lo de menos, pues lo importante es (y en esto no hay dudas acerca de la poderosa influencia que Wayne Shorter ha ejercido sobre ellos) la asombrosa capacidad de estos instrumentistas privilegiados para improvisar. Suenan Children of the light o Ballad of a noble man, pero suenan a otra cosa. O a la misma, pero llevada más lejos. Por lo general, la música de este trío se mueve por cauces tranquilos, que invitan a una escucha atenta, pero relajada. Ocasionales arrebatos de furia (casi siempre provenientes de los tambores de Brian Blade) recordaban que nos encontrábamos ante una banda que arriesga, que huye de la zona de confort y posee una complicidad absoluta sobre el escenario. Swing más improvisación, dicen los entendidos. Pérez (pianista que ha dejado muy atrás la etiqueta del jazz latino), Blade y Patitucci, que hizo vibrar a la audiencia cada vez que se colgó el bajo eléctrico, tienen todo eso a raudales y consiguen que uno sea consciente de la tremenda dificultad de lo que hacen, aunque lo hacen tan bien que hasta parece fácil. Unos tíos grandes, no cabe duda.
Pequeña muestra de por qué hay quien considera que estos señores forman el mejor trío de jazz del planeta:
El tema-título: