PRIMOS. 2011. 93´. Color.
Dirección: Daniel Sánchez Arévalo; Guión: Daniel Sánchez Arévalo; Dirección de fotografía: Juan Carlos Gómez; Montaje: David Pinillos; Música: Julio de la Rosa; Dirección artística: Curru Garabal y Satur Idarreta; Producción: Fernando Bovaira y José Antonio Félez, para Atípica Films-AXN-Canal + España- Mod Producciones (España).
Intérpretes: Quim Gutiérrez (Diego); Inma Cuesta (Martina); Raúl Arévalo (Julián); Adrián Lastra (José Miguel); Antonio de la Torre (Bachi); Clara Lago (Clara); Núria Gago (Yolanda); Alicia Rubio (Toña); Marcos Ruiz (Dani).
Sinopsis: A Diego, su novia le deja plantado justo antes de la boda. Junto a sus primos Julián y José Miguel, decide escaparse unos días a Comillas, el pueblo donde veraneaba en su juventud.
Daniel Sánchez Arévalo es uno de los directores en alza del panorama cinematográfico español. Muy alabado desde sus primeros cortometrajes (puede encontrarse la reseña de uno de ellos, Profilaxis, en este mismo blog), su primer largo, Azuloscurocasinegro, recibió elogios casi unánimes. Primos es su primera comedia pura, y me parece una película fresca, divertida y muy agradable de ver.
Se supone que la gente se casa en busca de estabilidad para la procreación (amor es la respuesta errónea: por él pueden hacerse muchas cosas, pero no casarse), y que esa búsqueda de la estabilidad es propia de la edad adulta. Lo normal es que quien acepta una propuesta de matrimonio no se tire para atrás, para alegría de curas y abogados, pero Diego da con una mujer anormal, que le deja tirado no cuando toca, sino mucho después. Poco antes de la boda, para ser exactos. El consiguiente trauma es de aúpa, pero ahí están los amigos (que, en este caso, son además sus primos) para consolarle, contribuir a su desahogo y proponerle algo tan sensato como escaparse por las buenas a la costa, al pueblo en el que veraneaban de chicos y en el que Diego dejó a su primer amor, Martina. Tanto el monólogo inicial de Diego, como la posterior escena en la iglesia con sus primos, son divertidos de puro patetismo, como las canciones de Manos de Topo. He leído críticas que acusan al film de utilizar un humor demasiado vulgar; lo único que puedo responder a esto es que es mejor tener un sentido del humor vulgar que no tener ninguno, que es lo que le está ocurriendo, y a marchas forzadas, a nuestra sociedad: gran parte de los individuos que la forman cometen el terrible delito de tomarse, a sí mismos y a su circunstancia, demasiado en serio.
Volviendo a la película, que es a la vez un canto a la amistad masculina y un elogio de la mujer, tiene la capacidad de provocar empatía con un amplio espectro de personas, pues los protagonistas son creíbles, hablan como la gente normal (a gritos, soltando exabruptos y tópicos a tutiplén y atropellándose entre sí, las más de las veces) y viven en primera persona las dificultades del camino entre el joven que fueron (y que no quieren dejar de ser) y el adulto de existencia rutinaria que la inmensa mayoría acaba siendo. Creo que todos los hombres que tenemos espejo en casa podemos reconocernos (a nosotros, y también a algunos de nuestros amigos y conocidos) en Diego, en Julián (pedazo de personaje) y en José Miguel. El indeciso, el echao p´alante, el abducido por una novia-sargento. Los personajes femeninos destacan por tener las cosas mucho más claras que los hombres y por representar a mujeres más centradas que las que uno suele encontrarse en la vida real. Hay momentos muy divertidos (esa serenata que es todo un hito poético -«Martina/baja/y haznos una paja»-, la actuación de los Backstreet Primos en plenas fiestas del pueblo), pero la película es algo más: consigue que todos los personajes tengan entidad (valga como ejemplo ese niño que disfruta jugando a las enfermedades), que su interconexión les haga evolucionar (Julián, que es un vividor con alma, se empeña en reconciliar a Clara y Bachi porque se enamora de ella y le duele ver hundido a un hombre al que admiró), y que todo ello ocurra con agilidad y sin dejar sensación de impostura. No hay virtuosismos, que por otra parte serían innecesarios, pero todo está bien rodado, lo cual queda claro, en especial, en la por otro lado excelente escena de la atracción de feria (la de la liberación de los miedos y los yugos que padecen dos de los personajes más entrañables, José Miguel y Dani). Por si esto fuera poco, ese momento sobao pasiego con el que concluye la película funciona de maravilla.
Sánchez Arévalo tiene su propia troupe de actores, que suelen acompañarle en sus proyectos y les dan un aire de camaradería que el espectador percibe. Todo el elenco está muy bien, pero he de destacar a Raúl Arévalo, que borda ese caramelo de personaje que es Julián, y a Antonio de la Torre, que es un pedazo de actor. Quim Gutiérrez convence al dar vida a un personaje con más aristas de las que aparenta, e Inma Cuesta está perfecta en el papel de chica de la que cualquiera se enamoraría (lo difícil es no hacerlo al ver esta película). Ayuda el hecho de que los personajes tengan gracia y reciten diálogos bien escritos, pero todos los actores que intervienen en esta película dan una de las mejores sensaciones que uno puede tener como espectador: que no están actuando, que en sus frases y en su manera de decirlas hay verdad.
Primos es una comedia que funciona, lo mismo en su vertiente romántica que en la gamberra. Hace reír, y da que pensar. Daniel Sánchez Arévalo se apuntó con ella un buen tanto.