Se conoce que los encargados de marketing, relaciones públicas, o como se llame en fino el arte de vender burras, de Cars Barcelona son unos cachondos, que además tienen la horrible costumbre de no leer este blog. No contentos de haberme invitado hace un año a canapear con coartada musical, esta semana volvieron a reincidir, y de nuevo recibí la invitación para acudir al concierto-aperitivo que organizan para dar el pistoletazo de salida al Festival de Jazz de Barcelona, uno de los eventos que contribuyen a apaciguar mi creciente desapego respecto a la ciudad en cuestión y a sus gentes.
Esta vez acudí al lugar acompañado, lo que siempre ayuda, en especial en lo humorístico. Llegamos a Pijolandia, comprobé con cierta sorpresa que mi nombre volvía a estar en la lista de invitados, y me llevé la gran decepción del día, pues el grupo de lozanas mozas que se encargaban del catering el año anterior habían sido sustituidas por unos azafatos más bien repelentes.
La actuación corría a cargo del WOM Trio, agrupación de tres jóvenes de la tierra que ya han hecho, cada una a su aire, algunas cosas interesantes en la escena local. Anoche, la contrabajista Gemma Abrié tenía las cuerdas vocales de baja, así que, en contra de lo que es habitual en este grupo, todas las voces solistas corrieron a cargo de Clara Luna, quien, dicho sea de paso, es una buena cantante. Empezaré diciendo que vi una actuación de buen nivel, en la que hubo buena música, agradable y variopinta. Ahora bien, la presencia de un contrabajo no la convierte automáticamente en jazz. Ningún problema: ZZ Top, La Niña de los Peines, Albert Collins o Devo son buena música y no son jazz, pero es bueno no confundir los términos, que es algo muy común por estos lares: de hecho, la inmensa mayoría del rock català tiene de rock lo que Kim Jong-Un de demócrata. La propuesta de WOM consiste en un recorrido por diversos estilos (pop, bossa nova, bolero… y sí, a lo lejos, algo de jazz) e idiomas (Clara Luna cantó en inglés, portugués, catalán y castellano, y lo hizo muy bien en todos ellos), marcado por el buen gusto, pero también por el poco riesgo. Y el que hubo (una versión de Dos gardenias dedicada a Almodóvar, pero cuyo sonido me hizo pensar que tal vez el homenajeado más coherente hubiera sido Tim Burton) no me entusiasmó. Sí lo hicieron las versiones de I can´t help it, de Stevie Wonder, y Oceano, de Djavan, en la que Luna mostró lo bien que se le da la bossa nova. El público, todo lo estirado que podía esperarse dada la naturaleza del evento y el lugar donde se celebraba. Mención especial para una pareja de momias que teníamos sentada justo detrás, y que no callaban ni debajo del agua (bueno, eso no llegué a comprobarlo, aunque por momentos estuve cerca). Eran momio y momia, para ser exactos, y ella era una mezcla entre Carmen Polo y Marta Ferrusola, valga la redundancia. En fin, supongo que hay mucha gente que, por mucho dinero que tenga, nunca tendrá nivel.
Concluyo: buen concierto, aunque el envoltorio fue peor que el del año pasado.
Versión de un éxito de Police: