RE-ANIMATOR. 1985. 86´. Color.
Dirección: Stuart Gordon; Guión: Dennis Paoli, William Norris y Stuart Gordon, basado en el relato de H.P. Lovecraft Herbert West, Re-Animator; Dirección de fotografía: Mac Ahlberg; Montaje: Lee Percy; Música: Richard Band; Dirección artística: Robert A. Burns; Producción: Brian Yuzna, para Empire Pictures (EE.UU.)
Intérpretes: Jeffrey Combs (Herbert West); Bruce Abbott (Dan Cain); Barbara Crampton (Megan Halsey); David Gale (Dr. Hill); Robert Sampson (Dean Halsey); Gerry Black (Mace); Carolyn Purdy-Gordon, Peter Kent, Barbara Pieters, Ian Patrick Williams, Al Berry, Bunny Summers.
Sinopsis: El joven doctor Herbert West descubre una pócima que devuelve la vida a los muertos.
El productor Brian Yuzna es el artífice de Re-Animator, una de las películas de referencia del género de terror en los años 80. Rodada por el debutante Stuart Gordon con un presupuesto visiblemente escaso, la película obtuvo un gran éxito, que provocó el rodaje de diversas secuelas, todas ellas olvidables.
Si bien Stuart Gordon ha intentado, con mayor o menor éxito, diversificar su carrera, los principios de Yuzna están claros: mucha sangre, poco dinero, buenas dosis de casquería, algo de sexo, ningún remilgo a la hora de hacer uso de ideas ajenas y especial atención al público adolescente. Sobre este esquema, Yuzna ha producido y dirigido films que están entre lo discreto y lo ponzoñosamente malo. No es el caso de Re-Animator, que 30 años después de su estreno sigue siendo un interesante divertimento no apto para estómagos sensibles.
Aunque la fuente literaria del film esté en H.P. Lovecraft, Re-Animator no es otra cosa que la enésima revisitación del mito de Frankenstein, adaptada a los tiempos de George A. Romero y Posesión infernal. Tenemos a un joven, brillante y chiflado científico que inventa una pócima fluorescente que devuelve la vida a los muertos. Dado que en la tranquila Suiza su creatividad no es muy bien recibida, Herbert West, que así se llama el individuo, viaja a los Estados Unidos de América y se inscribe como alumno en un instituto médico en el que un eminente neurólogo, el doctor Hill, imparte sus clases. Otro alumno joven y brillante es Dan Cain, que en sus ratos libres se dedica a cepillarse a la bella hija del director del Instituto. West comparte piso con Cain y continúa allí sus experimentos.
El argumento, además de estar bastante visto, es pelín delirante, pero lo mejor de Re-Animator es, sin duda, su absoluta ausencia de complejos, que permite a sus responsables hacer cosas tan feas como plagiar la música que escribió Bernard Herrmann para Psicosis, pero es consecuente en todo momento. Si la propuesta es delirante, el tándem Gordon-Yuzna estira ese delirio al máximo, llenando las escenas de abundantes dosis de sangre, vísceras y humor negro. La escena inicial, que nos muestra los motivos por los que West cruza el charco para seguir resucitando cadáveres, ya muestra muy claramente de qué va la cosa. Que el resto de la película sea muy disfrutable se consigue a base de mucho ritmo, no poco acojone, humor de sala de autopsias y un morro notable. Y eso pese a que se hace evidente que la película tiene un presupuesto minúsculo, a que se percibe un cierto aire de descuido en lo técnico (lo que no obsta a que varias escenas, en especial la que nos muestra lo peligroso que es resucitar a un gato negro y el apabullante clímax final, sean muy convincentes), y a que los personajes son tan complejos como cocer un huevo.
De las actuaciones no hay demasiado que decir, salvo que se nota que hubo más dinero para maquillaje que para intérpretes. Me gusta Jeffrey Combs, muy adecuado para ese papel de científico loco tan frecuente en el cine de terror, y no voy a negar que la cabeza de David Gale separada del tronco (origen de algunos momentos de humor chusco que son muy de agradecer) tiene su punto. Bruce Abbott no da para mucho, y de Barbara Crompton lo mejor que puede decirse es que es sexy y grita muy bien.
Re-Animator tiene el saludable aroma de lo gamberro, aprovecha hasta el límite sus posibilidades y merece el destacado lugar que ocupa en el cine de terror de las últimas décadas. Ninguno de sus artífices, y menos aún su legión de imitadores, logró igualar su particular encanto, y eso que lo han intentado a conciencia.