EL ARTISTA Y LA MODELO. 2012. 102´. B/N.
Dirección: Fernando Trueba; Guión: Jean Claude Carrière y Fernando Trueba; Dirección de fotografía: Daniel Vilar; Montaje: Marta Velasco; Diseño de producción: Pilar Revuelta; Producción: Cristina Huete, para Fernando Trueba Producciones Cinematográficas (España).
Intérpretes: Jean Rochefort (Marc Cros); Aída Folch (Mercè); Claudia Cardinale (Léa); Chus Lampreave (María); Götz Otto (Werner); Christian Sinniger (Emile); Martin Gamet, Mateo Deluz, Simon Guilbert, Alain Torrent.
Sinopsis: En el sur de Francia, mientras se desarrolla la Segunda Guerra Mundial, un anciano escultor vive recluido en el campo. La llegada de una refugiada catalana, a la que convence para que sea su modelo, estimula su creatividad y le ayuda a crear su última obra.
Conocido fundamentalmente por sus exitosas comedias, a Fernando Trueba le gusta sorprender de vez en cuando a su público con películas alejadas de ese género. El artista y la modelo es un viejo proyecto que iba a rodar con su hermano escultor, Máximo, pero la muerte de éste en un accidente impidió que la película se realizara, hasta que el cineasta, ya entrada la presente década, decidiera retomarla.
El artista y la modelo es un film con vocación minoritaria, rodado en blanco y negro, en el que la música es sustituida por los sonidos de la naturaleza, de la campiña francesa en la que se recluye Marc para crear sus obras. Trueba propone al espectador una reflexión sobre el proceso de creación artística que fue casi unánimemente alabada por la crítica. Entre el público hubo más división de opiniones: en la era de Transformers y los films de superhéroes, no son pocos quienes califican El artista y la modelo de película lenta, aburrida y pretenciosa. En mi opinión, sólo aciertan en lo tercero.
La sombra de Víctor Erice planea sobre esta obra de cámara, que pretende, y consigue, ser una artística reflexión sobre el arte. A nivel visual, El artista y la modelo está entre lo mejor que haya filmado nunca Fernando Trueba: la puesta en escena y los encuadres plasman bien a las claras el mimo y la sensibilidad con que se han diseñado, así como la pericia del director a la hora de conseguir una bella película sobre la belleza. El blanco y negro la favorece, tanto en las escenas de interior como, y sobre todo, en aquellas en las que la luminosidad de la campiña francesa brilla con toda su intensidad. Hasta allí llega Mercè, una joven que ha huido de un campo de concentración nazi y es acogida por Léa, la esposa del escultor. Éste, que considera que la forma suprema de perfección es el cuerpo femenino y se halla en una época de bloqueo creativo, pide a la joven que pose para él, a cambio de dinero y cobijo. Mercè acepta, y la obra empieza a tomar forma, mientras las sombras de la guerra acechan.
Aunque Trueba coescribió el guión con el prestigioso Jean Claude Carrière, no es la parte discursiva lo mejor de la película. Pretender dar formulas universales sobre el proceso de creación artística es, a la larga, gratuito, por lo inabarcable de la tarea. La película gana cuando las palabras escasean y, con imágenes y expresiones, asistimos a la evolución de la obra escultórica de Cros, y también de los personajes. Considero que la poesía, que la hay, está mucho más en las imágenes que en las palabras. Si uno posee alguna sensibilidad artística, la película no es en absoluto aburrida. Confundir su (necesario) ritmo pausado con lentitud es uno de los males de una época en la que todo se quiere rápido y masticadito.
Una de las razones por las que Fernando Trueba decidió retomar su viejo protecto fue poder contar con el gran actor francés (idioma en el que se rodó el film) Jean Rochefort. Su trabajo es a todas luces excelente, digno de su categoría. Aída Folch, cuya desnudez está presente a lo largo y ancho de la película, me resulta tan creíble en lo expresivo, en especial a la hora de mostrar su metamorfosis como modelo, desde el pudor hasta la naturalidad, como poco natural (valga la redundancia) cuando habla. En sus palabras echo a faltar la gracia que sí tienen sus miradas y sus gestos. Claudia Cardinale, sin duda una de la mayores bellezas de la historia del cine, tiene un papel mucho más breve, pero encantador. Bueno también el trabajo de Chus Lampreave, y simplemente correcto el de los dos actores que dan vida a las dos caras de la guerra: el culto oficial nazi y el miembro de los maquis.
El artista y la modelo es una película diferente, en el buen sentido de la palabra. Un film de una calidad estética difícil de ver en el cine español. Una pequeña obra de arte.