Ayer tarde, mientras quienes rigen nuestros destinos seguían demostrando que hacer el ridículo es un hábito que engancha mucho, servidor fue hasta la Casa Garriga-Nogués, desde hace poco sede de la Fundación Mapfre, para ver la exposición de pintura El triunfo del color, con más de 70 cuadros procedentes de los museos parisinos de Orsay y L´Orangerie que ilustraban las diversas tendencias pictóricas que surgieron a partir del impresionismo y que, por un lado, fueron el origen de las vanguardias y, por otro, marcaron de forma evidente el devenir del arte figurativo. En efecto, me une a Puig… lo que sea, el nuevo President, el amor por los cuadros. Eso sí, yo los observo y él los compra con el dinero de los demás.
Volviendo a lo pictórico, es de celebrar que cuadros de semejante nivel puedan verse en Barcelona, pues no es frecuente que salgan de París. Obras emblemáticas de los más destacados representantes del puntillismo, como Seurat y Signac, un buen número de pinturas de Gauguin y del grupo de los Nabi, pasando por dos lienzos de Van Gogh (autorretrato incluido), uno de la época precubista de Picasso, bodegones y paisajes de Cézanne o Matisse, así como joyas raras, como esa Bruja con gato negro, pintada por Paul Ranson en 1893, que encabeza este post, han podido verse estos últimos meses en la Ciudad Condal, para deleite de los amantes del arte y público inquieto en general. La exposición me pareció tan interesante que hasta soporté la visita guiada. A ver cuánto tardamos en ver otra de similar categoría.