THE NEW WORLD. 2005. 133´. Color.
Dirección : Terrence Malick; Guión: Terrence Malick; Dirección de fotografía: Emmanuel Lubezki; Montaje: Richard Chew, Mark Yoshikawa, Hank Corwin y Saar Klein; Dirección artística: David Crank; Música: James Horner; Diseño de producción: Jack Fisk; Vestuario: Jacqueline West; Producción: Sarah Green y Peter LaTerriere, para Sunflower Productions-The Virginia Company LLC-Sarah Green Film-First Foot Films-New Line Cinema (EE.UU.- Reino Unido).
Intérpretes: Colin Farrell (Capitán Smith); Q´orianka Kilcher (Pocahontas); Christopher Plummer (Capitán Newport); Christian Bale (John Rolfe); August Schellenberg (Powhatan); Wes Studi (Opechancanough); David Thewlis (Wingfield); Yorick Van Wageningen (Capitán Argall); Raoul Trujillo (Tomocomo); Michael Greyeyes (Rupwew); Kalani Queypo, Ben Mendelsohn, Noah Taylor, John Savage, Jonathan Pryce, Michael Goodwin, Ben Chaplin, Brian F. O´Byrne, Jamie Harris.
Sinopsis: A principios del siglo XVII, varíos navíos británicos, al mando del capitán Newport, arriban a las costas de Virginia. A bordo va el capitán Smith, que, encargado de parlamentar con las tribus indias de la zona, se enamora de la princesa Pocahontas.
Siete años después de La delgada línea roja, lapso escaso para su ritmo de producción habitual, el director Terrence Malick volvió a estrenar un largometraje, que en esta ocasión narra la historia de Pocahontas (llevada al cine años atrás, en versión animada, por los estudios Disney). El resultado, El nuevo mundo, fue recibido con disparidad de opiniones por crítica y público.
En muchos aspectos, Malick sigue los pasos de su film anterior: estética y ambientación cuidadísimas, búsqueda de la poesía visual, ritmo pausado y mucho énfasis en la voz interior de los personajes. De fondo, la irrupción del hombre blanco en las tierras norteamericanas. Al director, que en todo momento nos presenta un film muy new age, en el envoltorio y en el discurso, le interesa, sobre todo, mostrar las consecuencias del choque de culturas y el amor interracial. La tragedia de la historia (el genocidio, las barreras raciales) no se deja de mostrar, pero la mirada de Malick apuesta siempre por la belleza y la poesía. Esto da mucho mejor resultado en las imágenes, en las que quedan patentes el virtuosismo del director, y que Emmanuel Lubezki es un monstruo, que en las palabras: pese a reconocer que es difícil decir según qué cosas sin caer en la ñoñería, lo cierto es que se cae, y a veces con estrépito, en los monólogos interiores (que Malick revela un off, recurso que utiliza en exceso) en los que sus personajes reflejan sus vaivenes amorosos. Dicho esto, El nuevo mundo es la obra de alguien que entiende el cine como un arte. A mucha gente la película puede resultarle lenta (sólo en las pocas escenas de batallas el director apuesta por movimientos de cámara bruscos y montaje sincopado), pero está claro que Malick no hace cine para quienes no saben apreciar el virtuosismo reposado de sus movimientos de cámara o la belleza de sus encuadres. Ellos siempre tendrán algún Fast & Furious que llevarse a la boca. El cine de Terrence Malick es una paradoja en sí mismo, y quizá por ello sea tan escaso: obras de gran presupuesto con vocación minoritaria.
Conste que a un servidor el enamoramiento le parece una enfermedad pasajera que deja secuelas irreversibles, y que lo del new age más bien me repatea, pero Malick lo vende muy bien. Queda clara su tesis sobre la colonización, clara heredera de la mitología del buen salvaje: el hombre blanco llega a unas tierras vírgenes, habitadas por seres que viven de ellas en paz y armonía para profanar la belleza original, para saquear el paraíso e imponer su civilización de codicia y violencia. Muy simple todo, pese a la poesía con que se expresa, y a que haya no poco de verdad en ello. Con todo, la historia se centra en el amor que una princesa india despierta en dos hombres, que vienen a representar las mejores virtudes de los invasores. Para mostrar sus defectos, ya están los secundarios. Y hay un punto muy importante del discurso que sí le compro a Malick: los mejores, vistan trajes o taparrabos, siempre son quienes no siguen a ciegas los dictados de la tribu; quienes son, ante todo, individuos.
Entre los actores, hay un poco de todo. Me resulta difícil discernir si la expresión de Colin Farrell es la de un hombre profundamente enamorado, o la de alguien que padece evidentes problemas en el tránsito intestinal. La protagonista absoluta, Q´orianka Kilcher, que encarna a un personaje que es la viva representación de la pureza, sale con dignidad del paso, pero quienes engrandecen la película cuando aparecen en pantalla son Christopher Plummer y Christian Bale, que por algo son actores de primera fila. Hay algunos intérpretes famosos que se limitan a mostrar su rostro, sin que su presencia sea relevante en absoluto. No es el caso de David Thewlis, cuya interpretación es del todo convincente.
El nuevo mundo es, en lo formal, una verdadera obra de arte. En el discurso, los tópicos y los aciertos se superponen, pero Malick tiene la virtud de ser coherente también en sus errores, además de poseer un talento que no es fácil de encontrar en el cine actual. Muy reivindicable, la película hará disfrutar a quienes se dejen llevar por ella.
Para mi, obra maestra absoluta. Película totalmente infravalorada. Pocas pelis seducen com ésta.
Malick no admite términos medios. Se le adora o se le detesta. Pienso que es un gran director de cine, aunque personalmente, prefiero La delgada línea roja a El nuevo mundo, que no deja de ser, en efecto, una película que merece mucha mejor respuesta de la que tuvo.