Tiempo hacía que no nos visitaba uno de los grandes pianistas del jazz actual, el neoyorquino Benny Green. Por eso, esquivando celebraciones futboleras y guiris despistados, me dirigí al Jamboree para reencontrarme con un músico del que me encantaron sus primeros discos, pero al que tenía la pista algo perdida en los últimos años.
Green, elegante y con un sempiterno aspecto juvenil, es un pianista superlativo, que domina como muy pocos el lenguaje del jazz más clásico. Brillantísimo en los up-tempos, que anoche fueron mayoría en su repertorio, le bastó una versión en solitario de My one and only love para dejar claro que, más allá de su exquisita técnica y de su extrovertido e intenso toque, existe una sensibilidad majestuosa. Le acompañaron un batería de la talla de Rodney Green y un contrabajista, David Wong, capaz de acompañar con la misma precisión los vertiginosos paseos por el teclado de su líder como sus momentos más líricos. Benny Green tocó dos composiciones de Cedar Walton, al que siempre cita como una de sus principales influencias, y un abanico de canciones que interpretó en su etapa como miembro de los Jazz Messengers de Art Blakey. Repertorio clásico e improvisaciones soberbias. Aplausos merecidísimos. Un crack, Benny Green.
De joven ya tenía este nivel…
y sigue en buena forma: