THE INTERNATIONAL. 2008. 115´. Color.
Dirección : Tom Tykwer; Guión: Eric Warren Singer; Dirección de fotografía: Frank Griebe; Montaje: Mathilde Bonnefoy; Dirección artística: Kay Karla Koch (Supervisión); Música: Reinhold Heil, Johnny Klimek y Tom Tykwer; Diseño de producción: Uli Hanisch; Vestuario: Ngila Dickson; Producción: Charles Roven, Lloyd Phillips y Richard Suckle, para Atlas Entertainment-Rose Line Productions-Relativity Media-Columbia Pictures (EE.UU.- Alemania-Reino Unido).
Intérpretes: Clive Owen (Louis Salinger); Naomi Watts (Eleanor Whitman); Armin Mueller-Stahl (Willhelm Wexler); Ulrich Thomsen (Jonas Skarssen); Brian F. O´Byrne (Asesino); Michel Voletti (Viktor Haas); Patrick Baladi (Martin White); Jay Villiers (Francis Ehames); Fabrice Scott (Nicolai Yeshinski); Haluk Bilginer (Ahmet Sunay); Luca Barbareschi (Umberto Calvini); Alessandro Fabrizi (Inspector Cerutti); Félix Solís, Jack McGee, Nilaja Sun, Steven Randazzo, Tibor Feldman, James Rebhorn, Remy Auberjonois, Ian Burfield.
Sinopsis: Un detective de Interpol y una ayudante fiscal neoyorquina investiga una trama que implica a uno de los principales bancos del mundo con el tráfico de armas a gran escala.
El alemán Tom Tykwer se dio a conocer mundialmente con Corre, Lola, corre. Desde entonces, su carrera ha seguido una línea irregular, con proyectos personales y grandes producciones que aborda desde un plano más profesional. Dentro de esta categoría se enmarca The International, thriller de clara vocación comercial que, por lo que respecta al reparto y las localizaciones, hace verdadero honor a su título.
Aunque la película bebe del cine político de los años 60 y 70, y su rodaje se anticipó en varios meses al estallido de la crisis económica en la que todavía vivimos, el director se decanta claramente por la acción, en especial en la segunda mitad de la película. La primera se centra más en la investigación que un duro detective de Interpol y una fiscal neoyorquina realizan sobre un poderoso banco luxemburgués, cuyos rectores apuestan por el tráfico de armamento pesado a escala mundial. Todos sabemos, y la película lo deja claro, que hoy el demonio viste trajes muy caros, nos mira desde lo alto de un rascacielos de estética fría y decide quién vive, quién sobrevive y quién muere. El dinero gobierna el mundo, y lo hace sin ningún escrúpulo. Esta es la tesis de la película, que cualquiera que no haya sufrido un incendio neuronal puede compartir. Otra cosa es la forma de exponerla: el guión, al que no le reprocho el maniqueísmo, me parece, en la conclusión, demasiado esquemático y poco verosímil. A veces, uno diría que el libreto maneja más información y localizaciones de las que es capaz de dominar. Eso, no cabe duda, favorece el espectáculo pero, en mi opinión, resta potencia al discurso.
Tom Tykwer, eso sí, demuestra ser un muy buen director de cine. Más de uno dirá, puede que con razón, que en la película hay demasiados planos, pero el director mueve la cámara con gran estilo y demuestra ser un cineasta virtuoso y eficaz. La escena de acción por antonomasia de la película, que discurre en el Museo Guggenheim de Nueva York (por cierto, los técnicos fabricaron una réplica exacta del lugar), está muy bien construida y desarrollada, hasta el punto de no desmerecer a un Brian De Palma. Más allá de eso, se percibe un excelente dominio técnico del rodaje en espacios abiertos (véase la escena del mitin de Calvini en Milán), y una estética muy apropiada para la historia que se rueda y los lugares en que transcurre. Notables la fotografía y el montaje, música funcional y aroma de película bien hecha. La historia, una vez más. es la de David contra Goliat, la de un hombre dispuesto a todo para que se haga justicia, enfrentado a una maquinaria demasiado poderosa como para que un simple cambio de rostros pueda llegar a afectar su funcionamiento. Al final, sobre un tejado de Estambul, Salinger comprende, lo que supone un punto a favor para una película que, desde la escena del museo hasta ese momento, no acababa de rematar con precisión lo que proponía.
Al frente del reparto, un Clive Owen al que encuentro demasiado encasillado en el papel de hierático héroe de acción en el que, por otro lado, resulta muy convincente. Naomi Watts está correcta, pero le he visto interpretaciones mejores, y Armin Mueller-Stahl consigue mejorar con su acertada actuación un personaje que, sobre el papel, no acaba de estar bien construido. El resto del multinacional reparto cumple con tanta eficacia como carencia de verdadera inspiración, comentario que podría extenderse, con cierto riesgo de ser injusto, a toda la película, pues The International es un buen thriller de acción que se sitúa bastante por encima del nivel medio del género en lo que llevamos de siglo, pues ofrece más que un simple entretenimiento cargado de testosterona. Con esta película, Tom Tykwer acredita ser un profesional con estilo, y eso no es poca cosa.